Desde hace 39 años los ataques con armas de fuego se convirtieron en el principal motivo de muerte en Cali

El dato suministrado por el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Icesi (Polis) es claro, desde el año 1984 los ataques con armas de fuego se convirtieron en el principal motivo de muerte en Cali.

La información se dio a conocer en el marco de la alianza por un voto bien informado de EnCALIpedia, que busca que los caleños conozcan la ciudad, de cara a las próximas elecciones.

“La importancia de los homicidios como una de las principales dificultades a las que se enfrenta la ciudad se mantiene hasta el día de hoy, al punto que, en 2020, fue calificada por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal como la trigésima novena (39) ciudad más violenta del mundo, con una tasa de aproximadamente 38 homicidios por 100.000 habitantes en su boletín-ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo”, señala el documento.

¿A qué se deben los altos niveles de violencia y criminalidad en Cali?

Según el Plan Integral de Seguridad y Convivencia Ciudadana (2020-2023), a los siguientes factores: La posición geográfica en el marco del conflicto, al acelerado proceso de urbanización y a la extensión de Cali y su área rural.

Asimismo, a la prolongación y reconfiguraciones de la violencia política, a la cooptación del Estado por agentes privados y a la crisis de la administración de justicia.

Para Álvaro Pretelt, especialista y asesor en temas de seguridad, la alta percepción de inseguridad que se tiene en la ciudad se debe, entre otras, al aumento de hurtos y la difusión de los delitos en redes y medios de comunicación.

“Pero, además, no se ve un norte claro en las políticas de seguridad en Cali, hay una alta rotación en los secretarios del ramo, el Alcalde no tiene como prioridad la seguridad como muchos quieren. Por último, muchos de los problemas nacionales en materia de seguridad golpean a Cali, por ejemplo, todo lo relacionado con olas de violencia por retoma de poder de los grupos armados, y estamos muy cercanos a Jamundí y al corredor del Pacífico”, explicó.

El comportamiento de la incidencia de crímenes por comuna permite clasificarlas en tres grupos. En un primer grupo, comunas como la 13, 14, 15, 18, 20 y 21 tienen altos niveles de homicidios y un nivel moderado o medio de hurtos. En un segundo grupo, las comunas 2, 3, 17 y 19 presentan altos niveles de hurtos y un nivel moderado o medio de homicidios.

Finalmente, un tercer grupo conformado por las comunas 1,4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 16 y 22 presentan niveles medios o bajos de homicidios y hurtos.

Los actores de la violencia

La investigación más reciente que estudia los actores de la violencia y la criminalidad en la ciudad es la auditoría de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), donde se identifica la presencia de 182 agrupaciones vinculadas a la ilegalidad con diferentes niveles de organización, entre los que se encuentran: Agrupaciones de niños y adolescentes vinculados a la ilegalidad, pandillas, bandas, oficinas, grupos Delictivo Organizado y grupos Armado Organizado.

Las estructuras operan, en su mayoría, en las comunas 13, 14, 15, 16, 20 y 21, realizan actividades de distribución de drogas y hurto y se conforman en su mayoría por jóvenes. Por su parte, grupos de mayor organización operan en las comunas 3, 7, 8, 9, 10, 11 y 12.

La diferencia entre los niveles de homicidios entre ambos grupos de comunas se puede deber al control territorial.

El informe de la Unodc también hace mención concreta a la operación en la región de grupos armados ilegales como ‘Los Pelusos’, el ELN, las disidencias de las Farc y el Clan del Golfo, quienes controlan el tráfico de drogas por el Pacífico y que, además, establecen vínculos con otros grupos de carácter más local o regional, como ‘Los Rastrojos’, ‘La Empresa’, ‘La Constru’ y ‘Los Buenaventura’.

En varias oportunidades, las autoridades de seguridad han mencionado la existencia de vínculos entre grupos locales y regionales y carteles mexicanos, o el accionar mismo de esas estructuras en Cali.

Asimismo, la percepción de inseguridad en la ciudad pasa por un momento crítico después de la pandemia. Los datos encontrados en CaliBRANDO muestran que, en 2021, solo el 17.8% de los caleños se sentían seguros en la ciudad, lo que significó una disminución de 21 puntos porcentuales respecto al 2019.

En 2022, la percepción de seguridad se situó en 39.6%. A pesar de esa percepción generalizada en la ciudad, los caleños reportan una mayor sensación de seguridad al interior de sus barrios de residencia.

Posibles soluciones

Según Pretelt, es importante desarticular el crimen organizado y todos los sectores que han logrado permear la sociedad caleña.

“Son estructuras que están sometiendo a partir de violencia, de vacunas, de control territorial a gran parte de la ciudadanía y eso amerita una respuesta institucional muy fuerte, no solo de la policía, sino de todo el Estado. Por ejemplo, la policía no sirve si se hacen capturas de estructuras criminales y no se fortalece la investigación criminal para una judicialización efectiva”, dijo.

El especialista agregó que el papel de la Fiscalía es clave en todo este proceso para mejorar la seguridad en la ciudad. “También se debe trabajar a largo plazo en la mediación de conflictos, Cali tiene un alto nivel de riñas y peleas, por eso la resolución de estos es importante, en especial en los contextos de alto riesgo”.

Pretelt agregó que el siguiente alcalde debe, sí o sí, invertir en seguridad: “Cali invierte en seguridad solo un tercio de lo que invierte Medellín en esta misma materia, y Bogotá lo hace 5 o 6 veces más”.