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¿Cómo ayudar a esta fundación de ancianos abandonados en Cali?

La Fundación Hogar para el Anciano Abandonado alberga 140 adultos mayores que han sido dejados a la deriva y necesita de la ayuda de los caleños.

31 de octubre de 2016 Por: Redacción de El País

La Fundación Hogar para el Anciano Abandonado alberga 140 adultos mayores que han sido dejados a la deriva y necesita de la ayuda de los caleños.

Ana Beiba Lasso es una mujer que desconoce la palabra ‘No’. Lo saben las clínicas de la ciudad y la Policía, que desde hace un buen tiempo llaman a su casa a cualquier hora para darle una noticia que nadie debería escuchar.

“¿Aló? Nos encontramos un señor de 74 años abandonado en la calle, sin documentos ni nada, ¿lo puede recibir? Ya se lo llevamos”.

La respuesta a esas llamadas siempre ha sido ‘Sí’. Lo ha sido desde hace diecisiete años, cuando se decidió a crear la Fundación Hogar para el Anciano Abandonado, para darle techo y comida de forma permanente a aquellos adultos mayores que fueron dejados a la deriva por sus familiares o que, por andares de la vida, terminaron viviendo en las calles de Cali.

La casa de Ana Beiba está en la Calle 91A # 26P-47, en el barrio Alfonso Bonilla Aragón. Allí no hay sala o comedor, como en cualquier otra vivienda del barrio. Allí hay setenta camas y sillas Rimax, muchas sillas Rimax. En cada cama duermen dos abuelos, uno con la cara hacia los pies del otro.

Por lo general, los 140 ancianos que viven en la casa de Ana Beiba pasan sus días en los asientos o acostados en sus camas. Hay quienes juegan parqués o ajedrez y otros ven televisión. Casi todas las cosas que hay en la casa han sido donadas por personas de buen corazón, comenta Azalia, una nuera de Ana Beiba que ayuda a cuidar a los ‘niños’, como les llaman a los ‘viejitos’.

Una de las ‘niñas’ es Encarnación Ramírez, una matrona nacida hace 91 años en Noanamá, Istmina (Chocó). Ella, una morocha robusta de pelo blanco y ojos grandes, es la mayor de todos los abuelos que viven con Ana Beiba. Llegó hace más de diez años, luego de que un par de policías la encontraran tirada en un matorral con golpes en la cabeza y la cadera desencajada. Dice que antes que la encontraran había cobrado $150.000 de un auxilio de vejez que el Gobierno le entregaba mensualmente, pero familiares le arrebataron el puñado de billetes, la drogaron y la abandonaron.

Hoy, Encarnación cuenta todo sin mover los ojos. No los mueve como suelen moverse mientras la imaginación busca imágenes nunca antes vistas. Tal vez la resignación logró que años después perdiera el asombro tras rememorar el atroz acto. Eso sí, sus ojos se humedecen cuando pide que lo único que quiere es que su sobrino, Marcial Arboleda, a quien crió durante años y ahora vive en San Bernardo del Viento (Córdoba), sepa que “todavía el ángel San Gabriel no me ha llevado, aquí estoy esperándolo, si todavía se acuerda de mí”.

Allí también vive desde hace doce años Alcicardo Higuera, conocido como ‘Richard’, un hombre de 54 abriles que cada cuatro días afeita a sus compañeros de casa. Él perdió la vista en ambos ojos hace trece años en el parque del triángulo de la galería Alameda, años después de haber trabajado como soldador en varias fábricas metalmecánicas, ser alcohólico y, por último, sufrir glaucoma.

Llegó a la casa de Ana Beiba siete meses después de perder la visión y fue llevado por Florencia, una mujer que vendía jugos en la galería Alameda y quien lo acogió en su casa luego de que quedara ciego. “Aquí encontré mi hogar, mi vocación de servicio, mi familia”, asegura.  

En la Fundación Hogar para el Anciano Abandonado no hay trabajadores sociales ni enfermeras profesionales. Quienes se encargan de velar por el bienestar de los abuelos son Azalia, Alberto, Edith, Leidy, Johanna, Francy, Luz Enid, José, Gilma, Julia, Mauricio, Esteban y Cristian. Los trece son familiares de Ana Beiba que trabajan a diario sin sueldo y sin ayuda gubernamental alguna por mantener vivo el geriátrico, que se sostiene con algunos aportes de particulares y empresas que se conmueven con esta labor humanitaria. 

La fe puede mover montañas... y casas

Hace poco más de siete meses, ante el hacinamiento en el que viven sus ciento cuarenta ‘niños’, Ana Beiba decidió comprar una casa vecina para expandir el espacio de su fundación y ampliar los servicios para los adultos mayores.

 Cuenta Ana Beiba que aún está pendiente el pago de $60 millones para hacerse con la vivienda de 7 metros x 15 metros de fondo y que el propietario de dicha vivienda le dio plazo hasta el 30 de noviembre para conseguir los recursos para cancelar la deuda.

“Esto solo se puede lograr con la ayuda de Dios y de la gente de buen corazón, porque bienaventurados son los que piensan en los pobres, porque el día malo los librará el Señor y el bien que hayan hecho se les multiplicará”, asegura esta devota mujer, quien dice que cuidar a sus niños le ha revitalizado y llenado de vida. 

Para ayudar a esta noble causa, puede hacer sus aportes a la cuenta de Ahorros 24019611385 del Banco Caja Social, a nombre de la Fundación para los Ancianos Abandonados; o a la cuenta de Ahorros 06111285428 de Bancolombia, a nombre de Ana Beiba Lasso Fori.

No se dé el chance de decirle ‘No’ a Ana Beiba y a sus 140 ‘niños’ cuando más lo necesitan.

Se pueden donar:  Alimentos no perecederos  (granos, enlatados, sal, aceite, leche en polvo, panela, etcétera). Insumos de aseo y dotación  (jabón, cepillos, crema dental, shampoo, pañales, detergente, escobas, limpiadores etcétera). Más info: 4483631 y 3164593051

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