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Cali retrocedió hacia tiempos de violencia; asesor en seguridad analizó los hechos

El atentado ocurrido en la tarde del jueves en las inmediaciones de la Base Aérea vuelve a poner en jaque la seguridad en esta región del país.

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Explosión frente a la base aérea marco Fidel Suárez en Cali
Explosión frente a la Base Aérea Marco Fidel Suárez, en Cali. | Foto: Raúl Palacios

22 de ago de 2025, 10:29 a. m.

Actualizado el 22 de ago de 2025, 10:30 a. m.

Por: Carlos Soler, asesor en seguridad.

Retrocedimos en el tiempo. La máquina del tiempo nos lleva inexorablemente a un camino en espiral de violencia y terrorismo que, desafortunadamente, reaparece en el Valle del Cauca y en Cali. La capital del suroccidente empieza a sufrir nuevamente ataques contra infraestructura militar estratégica con métodos y medios prohibidos por el Derecho Internacional Humanitario.

Las rampas activadas frente a la base aérea, instaladas en dos vehículos cargados y acondicionados como lanzadores de cilindros bomba, recuerdan un pasado doloroso. Los dos sistemas explosionaron y fueron activados, generando incendios y riesgo de destrucción mayor; sin embargo, no todos los artefactos lograron salir. El propósito era claro: sembrar terror y pánico. El saldo inicial es dos muertos y más de veinte heridos, un ataque que, por su naturaleza, constituye una agresión directa contra la población.

Explosión frente a la base aérea marco Fidel Suárez en Cali
Murieron 6 personas y más de 50 resultaron heridas. | Foto: Raúl Palacios

Esta acción revive la memoria del atentado de hace 19 años contra la Tercera Brigada del Ejército, cuando desde la bahía de la calle Quinta, frente al Hospital Psiquiátrico, el ELN —a través del frente José María Becerra— utilizó rampas similares. En aquella ocasión, afortunadamente, no hubo heridos graves ni víctimas mortales. Hoy el escenario es distinto y más grave: la violencia cobra vidas y hiere a decenas de ciudadanos inocentes.

La pregunta es inevitable: ¿qué estructuras terroristas están detrás de estos ataques? Una posibilidad es el frente José María Becerra del ELN, que después del secuestro en el kilómetro 18 de La María fue desplazado por operaciones de allanamiento, seguimientos e interceptaciones hacia el Naya, Argelia, El Mango y El Plateado, donde permaneció por más de dos décadas. Ahora parece estar retornando a sus áreas base en Cali, su escenario estratégico natural como frente urbano.

No se trata de un ataque cualquiera. Cali no es solo la capital del Valle: es la capital del suroccidente. Su influencia se extiende sobre Nariño, Cauca, el Eje Cafetero y el Pacífico. Por eso resulta vital desplegar todas las capacidades de inteligencia y prevención: reactivar recompensas, articular burbujas de trabajo conjunto, fortalecer la judicialización desde la Dirección Nacional de Inteligencia, emplear inteligencia de señales y sumar las capacidades estratégicas de las Fuerzas Militares.

Ataque terrorista en Cali, Valle del Cauca.
Con cilindros
La ciudad se encuentra en máxima alerta por los ataques. | Foto: Alcaldía de Cali

Al mismo tiempo, urge retomar el apoyo de agencias de inteligencia extranjeras, como con los gobiernos de Israel, Reino Unido y Estados Unidos, para proteger a los caleños, la infraestructura del Estado y la infraestructura crítica.

Cali no puede quedar sola, a merced del terrorismo. Se requiere el concurso de liderazgo del Presidente de la República como responsable máximo del orden público.

Si no lo hace, la Gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, y el alcalde de Cali deberán llenar ese vacío, junto a sus secretarías de seguridad, el Comandante de la Policía Metropolitana y la Tercera Brigada del Ejército.

Estamos frente a un pulso que los grupos armados terroristas pretenden imponer en vísperas de las elecciones de 2026. La respuesta debe ser estratégica, articulada e inmediata. Este es un llamado a la ciudadanía y a las instituciones: no podemos permitir que la capital del suroccidente se arrodille ante el terrorismo.

La violencia regresó con fuerza y con dolor: seis muertos, más de cincuenta heridos, y una ciudad golpeada en su moral.

El mensaje de los violentos es claro, pero la respuesta del Estado y de la sociedad debe ser aún más contundente. Es urgente la acción institucional, y más urgente aún que esas acciones produzcan resultados visibles, porque lo que está en juego no es solo Cali, sino la seguridad del suroccidente y la dignidad del país.

Comunicador Social y Periodista con sensibilidad por las artes, las humanidades y la cultura. Con larga experiencia en la cobertura de la realidad social, tanto regional como nacional. Interesado en cubrir fenómenos de medioambiente, posconflicto y DD.HH.

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