En el corazón del Quindío, a solo 33 kilómetros de Armenia, se encuentra un destino que ha sido llamado por muchos “el remanso de paz”. Se trata de un pueblo donde la cotidianidad no está marcada por la prisa, sino por el encuentro en la plaza, el aroma del café recién tostado y el saludo amable de sus habitantes.
Ese lugar es Pijao, reconocido en 2011 por la Red Internacional de Ciudades para Vivir Bien, que agrupa a municipios en todo el mundo comprometidos con el turismo sostenible, el respeto por la naturaleza y la calidad de vida. Su inclusión en esta red no solo lo convirtió en un referente en Colombia, sino también en un ejemplo internacional de cómo vivir con calma puede ser un sello de identidad.
Las calles empedradas y las casas de arquitectura tradicional reflejan la herencia de la colonización antioqueña. Sus habitantes se enorgullecen de conservar costumbres como la tertulia en la plaza principal, la producción artesanal de café y la crianza de ganado.
Además de los cafetales, en la zona también se cultivan plátanos y cítricos, lo que sostiene una economía basada en el campo y la vida comunitaria.
El clima templado, con paisajes verdes que mezclan montaña y páramo, hace de Pijao un lugar ideal para quienes buscan escapar del ruido de las grandes ciudades. Allí, la idea de “vivir sabroso” se refleja en las pequeñas rutinas: tomar un café con los vecinos, caminar sin afán por las veredas o disfrutar de los atardeceres en silencio.
La historia del municipio se remonta al 15 de mayo de 1902, cuando fue fundado oficialmente. Su nombre honra a las tribus pijaos que habitaron la región en épocas precolombinas. Con el tiempo, el pueblo pasó por diferentes jurisdicciones hasta consolidarse como municipio y, en 1912, establecer su parroquia, fortaleciendo así su identidad cultural.
Hoy, Pijao es un destino turístico en crecimiento, especialmente para viajeros interesados en experiencias auténticas. No se trata de un lugar de grandes hoteles o atractivos modernos, sino de un rincón que conserva intacta la esencia del Paisaje Cultural Cafetero. Ese carácter lo ha convertido en parada obligada para quienes buscan un turismo diferente: más humano, más tranquilo y profundamente ligado a la tierra.
Visitar Pijao invita a desacelerar, reconectar con la naturaleza y apoyar economías locales mediante experiencias de turismo responsable, comercio justo y sostenibilidad auténtica en cada rincón del pueblo cafetero.