Mientras el cometa 3I/ATLAS sigue ocupando los lentes de cientos de científicos en diferentes partes del mundo, obsesionados por recolectar tanta información como sea posible a propósito de su paso cercano por la Vía Láctea, otro descubrimiento apunta a redefinir la forma en la que hasta ahora se creía que se formaban las galaxias en el universo.
Se trata de Alaknanda, una galaxia con forma de espiral cuyo parecido con la Vía Láctea es innegable para los expertos, y la cual apareció en un momento en el que, a juzgar por los modelos actuales, no debería de haberlo hecho: el par de astrónomos de India que la identificaron, Rashi Jain y Yogesh Waddekar, descubrieron que se formó hace 1.500 millones de años después del Big Bang, un hecho que cuestiona teorías hasta ahora fundantes sobre la evolución galáctica que datan de hace décadas.
Según estas teorías, sostenidas por astrónomos de todo el mundo, las galaxias espirales “de gran diseño”, con dos brazos simétricos bien definidos (como los de la Vía Láctea y su recién descubierta hermana gemela), requieren de miles de millones de años para llegar a esta formación.
En este sentido, el universo temprano debería de haber estado poblado por estructuras caóticas, irregulares, camino de su futuro proceso de ensamblaje. Alaknanda, entonces, rompe con esta lógica, pues presenta dos brazos en espiral, que se enrollan alrededor de un núcleo prominente, con una extensión de aproximadamente 30.000 años luz.
Y no es todo: a su alrededor se vienen formando estrellas nuevas con un ritmo creciente: 60 soles cada año, un ritmo veinte veces mayor que el de la Vía Láctea en la actualidad. Cálculos estiman que la mitad de sus estrellas tiene solo 200 millones de años de edad.
El descubrimiento fue posible gracias al lente del telescopio espacial James Webb (JWST), uno de los más potentes jamás diseñados por la ingeniería humana, y gracias al cual se han obtenido las imágenes más nítidas de objetos ubicados a años luz de distancia de la Tierra. El estudio fue hecho en el National Centre for Radio Astrophysics del Tata Institute of Fundamental Research (NCRA-TIFR) en Pune y publicado en Astronomy & Astrophysics, una revista especializada.
Luego de su descubrimiento, los científicos Jain y Waddekar decidieron bautizar la galaxia en honor del río himalayo del mismo nombre, uno de los afluentes gemelos del Ganges y cuyo nombre en hindi, el idioma originario del país, también designa a la Vía Láctea.
“Alaknanda tiene la madurez estructural que asociamos con galaxias miles de millones de años más viejas”, explica Jain. “Encontrar un disco espiral tan bien organizado en esta época nos dice que los procesos físicos que impulsan la formación galáctica pueden operar mucho más eficientemente de lo que predicen los modelos actuales. Nos obliga a replantear nuestro marco teórico”.