Esta bebida es un excelente probiótico que facilita la digestión y refuerza las defensas, el Kéfir es una bebida fermentada muy fácil de preparar en casa. Además de facilitar la digestión y de reforzar las defensas del sistema inmunológico, tiene una gran cantidad de propiedades.
Alrededor de este alimento hay toda una leyenda turca, que inicia como un regalo de Mahoma a los monjes ortodoxos del Cáucaso, a quienes explicó cómo usarlo, con la advertencia de no contar el secreto de su preparación o esta podría perder su poder.
Este es un producto lácteo muy similar al yogur, este se fermenta a través de la acción de levaduras (hongos) y lactobacilos (bacterias). También reciben este nombre los gránulos utilizados para su producción. En cuanto a su aspecto, es muy similar al de una coliflor, pero más blando y gelatinoso.
Un propósito divino
Los gránulos o nódulos poseen una consistencia gelatinosa y se utilizan para fermentar la leche fresca o el agua con azúcar. El resultado, el kéfir de agua o de leche, es un probiótico que facilita la digestión y mejora las defensas del organismo.
El kéfir que proviene de la leche es rico y contiene bacterias beneficiosas en calcio, proteínas y vitaminas del grupo B y la K2 (que se ha probado eficaz a la hora de absorber el mineral y convertirlo en masa ósea), con la ventaja de que en esta bebida, es mínimo el contenido de lactosa, transformándola en ácido láctico que evita las intolerancias.
Se creería que un alimento que contenga 400 millones de microorganismos por gramo, podría ser perjudicial para la salud, pero nada más errado que creer eso, porque son aproximadamente la mitad bacterias de tipo Lactobacillus que protegen al organismo de bacterias dañinas.
¿Cómo prepararlo?
Se debe tener presente los siguientes elementos para hacer una correcta preparación:
1. Nódulos de kéfir.
2. Frascos de cristal de boca ancha.
3. Tela y un caucho para tapar el recipiente. No se deben usar tapas metálicas o de otros materiales.
5. Leche fresca entera, desnatada o semidesnatada (saldrá más espeso si la leche es entera).
Recomendación: Es importante extremar la limpieza de estos utensilios y, a ser posible, reservarlos exclusivamente para elaborar kéfir.
Preparación
Para su elaboración, los tarros de cristal se llenan de leche fresca a temperatura ambiente (no fría), se incorporan los nódulos de kéfir; se cierra el tarro con una servilleta o una tela y se deja que el kéfir repose y crezca en un lugar oscuro, un cajón o despensa que no se abra.
Una recomendación relevante es consumirlo sin azúcar ni miel para preservar mejor sus bacterias beneficiosas.
Conservar
Cada dos semanas es aconsejable lavar los nódulos y el recipiente con agua tibia, no clorada, y dejarlos en agua mineral unas 12 horas.
Si algún nódulo amarillea, se debe desechar, dejando únicamente los que tengan un aspecto saludable. Si sobra madre de kéfir, o si se tiene que ausentar unos días, se puede conservar sumergido en leche, dentro del frigorífico para ralentizar la fermentación durante 4 o 5 días.