La publicación de su hoja de vida en la página oficial de aspirantes confirmó lo que ya se comentaba en pasillos del Gobierno: Juliana Andrea Guerrero es la nueva viceministra de Juventudes del Ministerio de la Igualdad.
Su designación llega con solo 23 años de edad, tras desempeñarse como jefe de despacho en el Ministerio del Interior bajo la dirección de Armando Benedetti, un puesto que la catapultó rápidamente a un cargo de alto nivel.
Guerrero no cuenta con un título universitario y su formación académica se limita a un técnico en contabilización de operaciones comerciales en el Sena. Pese a ello, su ascenso ha sido vertiginoso.
Ahora asumirá funciones en el Ministerio de la Igualdad, liderado por Juan Carlos Florián, dependencia que anteriormente estuvo bajo la vicepresidenta Francia Márquez y, brevemente, Carlos Rosero.
Su primera aparición pública en el escenario político nacional se dio durante un Consejo de Ministros, cuando el presidente Gustavo Petro la describió como “una joven valiente y rebelde”.
Pero su nombre ganó notoriedad por razones menos positivas: presuntos usos irregulares de aeronaves oficiales para viajes personales.
Según revelaciones de la revista Cambio, la nueva viceministra utilizó un avión de la Policía para desplazarse a Valledupar, alegando motivos de seguridad.
Además, viajó en helicóptero hasta Aguachica, Cesar, en compañía de su hermana, Verónica. Desde el Ejecutivo se defendió que se trataban de “misiones para la paz”, aunque no se presentaron pruebas que sustentaran esa afirmación.
Las versiones periodísticas señalan que esos desplazamientos habrían tenido un interés político: fortalecer apoyos para influir en decisiones del Consejo Superior de la Universidad Popular del Cesar (UPC).
A pesar de estas controversias y de su limitada trayectoria académica, Guerrero escaló en la estructura gubernamental hasta llegar a un ministerio cuestionado por su baja ejecución presupuestal.
El Ministerio de la Igualdad ha sido criticado por destinar la mayor parte de sus recursos a gastos administrativos como arriendos y salarios, sin avances tangibles en programas para las comunidades más vulnerables, que fueron la razón de su creación.
Su llegada al Viceministerio de Juventudes no ha pasado desapercibida.
Para algunos, representa la inclusión de una voz joven en la política nacional; para otros, es un ejemplo de improvisación y de designaciones que no responden a criterios de experiencia o mérito.
Con los reflectores puestos sobre ella, Guerrero deberá demostrar que puede ejercer un rol clave para las juventudes del país, mientras enfrenta las polémicas que han acompañado su fulgurante carrera.