La propuesta hecha por parte del ELN de reanudar los diálogos de paz, luego de ocho meses de que el gobierno los suspendió, volvió a poner sobre la mesa la posibilidad de seguir adelante con uno de los procesos más significativos de la fracasada ‘Paz Total’ del actual gobierno.
Pero, ¿qué tan viable puede ser esto? Expertos consultados coinciden en que, a poco menos de un año para concluir este gobierno, un hipotético regreso a la mesa de negociaciones sería poco probable.
“El ELN no busca paz, busca oxígeno: reposicionarse como actor político antes de ser devorado por narcos y disidencias”, opina David Rossenthal, analista internacional, quien agrega que, con esta posibilidad de nuevo latente, el gobierno se juega el éxito de su mayor apuesta, de cara al futuro.
“Con solo un año de gobierno, cualquier reanudación del diálogo ya no parece un camino de paz sino un acto de conveniencia. Da la impresión de que detrás no solo hay cálculo político, sino un entendimiento tácito: el ELN le devuelve a Petro una foto de paz para salvarle la narrativa, y a cambio el gobierno afloja la presión en ciertos territorios”.
Por su parte, Juan Pablo Milanesse, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Icesi, opina que, dada la proximidad de un nuevo gobierno, lo avanzado hasta ahora estará supeditado al nuevo gobierno: “Lo que se producirá es un borrón y cuenta nueva respecto a lo que ha sucedido. Incluso si ganara uno de los candidatos más cercanos al gobierno, tendría que formatear buena parte de lo que ya pasó, que fracasó, y empezar de nuevo un proceso que tuviera otras características”.
El mensaje por parte del ELN se suma al reconocimiento que hizo Gustavo Petro al Clan del Golfo como Ejército Gaitanista, como se autodenominó, además de reiterar que este es un Grupo Armado Organizado (GAO), categoría con la que contaba desde el 2017.
Esta decisión tiene especial importancia, pues actualmente el gobierno mantiene diálogos exploratorios con una delegación del Clan en Qatar, con el objetivo de abrir una mesa de negociación.
Sin embargo, la inminencia del cambio de gobierno parece dejar sin margen de maniobra la concreción de nuevos diálogos de paz con grupos armados, debido a los pocos incentivos que pueda ofrecer un presidente saliente.
Para Rossenthal, frente a este escenario, la decisión tomada acerca del Clan del Golfo “no es un gesto técnico, es una jugada política peligrosa. Le están dando un disfraz ideológico a un cartel puro, para sentarlo a la mesa como si fuera una guerrilla”.
Mientras tanto, la aprobación del marco legal para este nuevo actor armado está pendiente en el Congreso de la República, lugar en donde actualmente este tema ha pasado a un segundo plano, debido a la agenda electoral del 2026.
Pero ayer, el Parlamento Europeo pidió a la Alta Representante de Política Exterior de la UE, Kaja Kallas, incluir en la lista de organizaciones terroristas al Clan del Golfo y los grupos disidentes de las Farc.
Los eurodiputados piden que el Estado colombiano actúe “sin demora” para proteger a políticos, defensores de los Derechos Humanos, periodistas y a cualquier ciudadano que ejerza sus derechos democráticos.
Asimismo, y a la luz de los ataques contra políticos en 2025, la posición de la Eurocámara incluye un llamamiento para que se tomen medidas de seguridad “sólidas” que garanticen que las próximas elecciones de 2026 se puedan llevar a cabo de manera libre.