Hace doce años Colombia conoció el riesgo de las llamadas pirámides, las captadoras ilegales de dinero que prometían ganancias exorbitantes en apenas semanas.

DMG, propiedad de David Murcia, fue la primera en caer y la que más daño causó a miles de colombianos incautos que creyeron en las promesas de hacer dinero rápido y fácil.

Después de cumplir la condena de nueve años por lavado de activos que le impuso la Justicia de los Estados Unidos, Murcia regresó deportado al país el martes pasado.

Le llega así la hora de responder en Colombia por los delitos que cometió, pagar los 22 años de cárcel impuestos por un juez por captación masiva y habitual de dineros del público, y enfrentarse a otros juicios que tiene pendientes, entre ellos uno nuevo por concierto para delinquir.

Aunque Murcia pagará con cárcel sus fechorías, la mayoría de las 240.000 personas afectadas por DMG siguen sin recuperar su dinero o ser indemnizadas.

Y seguramente no lo harán, porque de acuerdo a la agente liquidadora de DMG si bien se han pagado $95.000 millones, faltarían al menos $800.000 millones más para reparar a todas las víctimas engañadas por la captadora ilegal.

Lo peor de la historia de DMG y de tantas otras empresas que como ella timaron a miles de incautos, es que los colombianos no parecen haber aprendido la lección.

No de otra forma se entiende que una década después y pese a las advertencias constantes de las autoridades, aún hoy sigan apareciendo ‘pirámides’ engañando con el cuento de hacer dinero fácil y tan rápido como chasquear los dedos.