Ni Cali ni sus habitantes tienen la culpa de las inconformidades de los taxistas con las aplicaciones que ofrecen servicios de transporte, por eso rechazan los bloqueos que se realizaron esta semana en varios puntos de la ciudad.

En un momento como el que se está viviendo, hacer esas tomas significa impedir el ingreso a la capital del Valle y afectar la movilidad de miles de personas que necesitan desplazarse.

Los taxistas están en su derecho de rechazar esas plataformas si consideran que están en desigualdad de condiciones, pero también deben pensar que si existen es porque hay una demanda de usuarios que prefieren ese servicio porque satisface mejor sus necesidades.

Lo que está claro es que el mundo ha cambiado y todas las actividades deben transformarse porque de lo contrario son amenazadas por la competencia.

Eso implica que el gremio de los taxistas también haga esos cambios e incluso que cree sus propias aplicaciones.

Si el problema es de recursos para desarrollarlas, sería bueno que el Estado y en este caso el Municipio, les ayude a desarrollar esas plataformas digitales que necesitan para ser más competitivos en pleno Siglo XXI.

Y que analicen si el problema, más que en la tecnología que se usa, está en los servicios que los otros prestan, que brindan más satisfacción y por consiguiente aumentan la demanda de sus pasajeros.

Si los taxistas de Cali y de todas partes no se adecúan, difícilmente lograrán sobrevivir.