Con toque de queda y ley seca, así espera el alcalde de Buenaventura combatir el desorden que hay en su ciudad, el incremento en los casos de Covid-19 y la violencia que no se detiene ni en cuarentena.
Los 1300 comparendos impuestos por desatender el confinamiento ubican a ese municipio como el de mayor número de sancionados en el Valle.
La preocupación del alcalde es válida porque ya se registran contagios de coronavirus en diez de las once comunas, hay 38 casos confirmados, 116 pruebas están a la espera de resultados y se han producido tres fallecimientos.
Si las infecciones aumentan, el precario sistema hospitalario de Buenaventura no tendría como atender a los pacientes ni darían abasto las Unidades de Cuidados Intensivos.
Al mal comportamiento y a la irresponsabilidad de quienes salen a la calle y exponen a la ciudad a una rápida propagación del virus, se suman los hechos de violencia.
Los 13 asesinatos en abril más los 4 ocurridos en los primeros días de mayo, demuestran que a las organizaciones criminales en el puerto no las detiene ni siquiera la pandemia.
Frente a esos sucesos, Buenaventura no tiene otra opción que obligar con el toque de queda y la ley seca a que todos sus habitantes cumplan el aislamiento, mientras las autoridades y la Fuerza Pública tratan de mantener a raya el orden público.
Son medidas a las que hay que acudir para preservar la vida y la tranquilidad en la principal ciudad de Colombia sobre el Pacífico.