Cuando los resultados le fueron adversos, el régimen venezolano recurrió a todas las triquiñuelas posibles para anular las elecciones en el Estado de Barinas durante los comicios del pasado 21 de noviembre.

Como el candidato que representaba al chavismo no ganó y la dictadura no se podía quedar con esa espina clavada, en un giro retorcido se decidió convocar a nuevas elecciones, no se permitió que los mismos candidatos se presentaran de nuevo y se trató de manipular a la población a como diera lugar.

Pero nada sirvió porque en la segunda jornada el candidato de la oposición ganó de nuevo con un margen mayor, lo que demuestra el rechazo de los paisanos de Chávez a la tiranía de sus sucesores.

Semejante golpe propinado en el que era considerado el Estado chavista por excelencia, tierra de nacimiento de Hugo Chávez y donde su familia ha tenido el control en las últimas décadas, es contundente para la dictadura.

Representa una circunstancia excepcional en un país donde la democracia es un engaño, y puede verse como un reconocimiento de lo que realmente pasa en Venezuela.

El triunfo de la oposición en Barinas es la demostración de que los venezolanos no quieren el régimen y que cuando se permite hacer una excepción y no hay manipulación ni trampas, esos son los resultados.