La doble calzada Popayán-Santander de Quilichao es otra obra que lleva años programada y nada que comienza.

Su aprobación se dio en el año 2013, se adjudicó en el 2015, debía comenzar a más tardar en el 2017 y a pocos días de terminar el 2021 apenas se han resuelto las licencias ambientales de dos de los cuatro tramos que comprende el proyecto de 76 kilómetros de largo.

Como si no fuera suficiente, el año pasado el concesionario Nuevo Cauca SAS, del que son socios mayoritarios los hermanos Solarte a quienes se les han rescindido varios contratos de infraestructura, incluido un tramo de la vía Buga – Buenaventura, pidió $200.000 millones para ceder la obra a otro contratista, lo que causó indignación y nunca sucedió.

Ahora con la entrega del permiso por la Agencia Nacional de Licencias Ambientales para el segundo tramo, se anuncia que las obras están a punto de comenzar.

Se espera que al fin se cumpla con una ampliación que beneficia al Cauca, pero en primer lugar al comercio internacional desde Colombia hacia el sur del continente, con disminución de tiempos de recorrido y el ahorro que ello significa en gasolina y mantenimiento.

Al inicio de las obras de la doble calzada hay que ponerle fecha ahora que se han aprobado las licencias ambientales para dos de los tramos de la carretera.

Y se debe garantizar que las licencias que faltan se otorguen en el menor tiempo posible para que la ampliación de la vía entre Popayán y Santander de Quilichao no sea otra frustración para el Cauca, para el Valle y para Colombia.