Interrumpir la ceremonia de grado de una universidad y llevarse por la fuerza al rector que presidía el evento es la peor demostración de cobardía de sus autores.

Eso ocurrió ayer en la Universidad Industrial de Santander, cuando dos encapuchados irrumpieron en el escenario y trataron de llevarse al doctor Hernán Porras luego de detonar explosivos que causaron desconcierto y produjeron la reacción de los asistentes.

Fue un vulgar intento de secuestro, realizado con el falso pretexto de protestar por cualquier razón.

Según se ha sabido, los delincuentes pretendían llevarse al doctor Porras y entregarlo a una célula urbana de las disidencias de las Farc.

Por fortuna, el rector de la UIS alcanzó a resguardarse en un camerino, lo que impidió que los autores del hecho criminal cumplieran su propósito.

Ese intento es una verdadera provocación contra la comunidad universitaria, los asistentes al acto y la sociedad santandereana que tiene en su universidad pública un símbolo de la democracia y de la libertad que se reproducen y practican en sus aulas.

Además de la condena que han expresado el Gobernador del departamento y el alcalde de Bucaramanga contra el atentado, las autoridades deben actuar con rapidez para castigar a los autores de los hechos.

La universidad es el escenario del conocimiento y del respeto a las libertades, por lo cual hay que protegerla de los intentos por involucrarla en la violencia.