La tragedia ocurrida el domingo en el municipio de El Espinal es incomprensible y demanda que se determinen las responsabilidades de los hechos que hoy enlutan a Tolima y Colombia.

Cuando se realizaban las tradicionales corralejas por las fiestas de San Juan y San Pedro, ocho palcos de la plaza de toros se derrumbaron, causando la muerte de cuatro personas, entre ellas un menor de un año de edad, y heridas al menos a 350 más.

Al ver las imágenes del momento, surgen preguntas que deben ser respondidas por las autoridades de El Espinal.

¿En una plaza de toros construida con guaduas y madera, quién y cómo hizo el respectivo control de calidad y seguridad para determinar que no se corrían riesgos?

¿Por qué se permitió el sobrecupo y, peor aún, que menores de edad, incluso bebés, asistieran a ese espectáculo?

Si es una obligación, ¿cuál es la razón para que, según la Procuraduría General de la Nación, el municipio no hubiera presentado los planes de prevención de riesgos y atención de desastres, que permiten estar preparados para eventualidades como esta?

Serían varias las irregularidades que se cometieron y pudieron desencadenar la tragedia de El Espinal.

Por ello hay que adelantar las investigaciones pertinentes, determinar quiénes fueron los responsables y revisar las normas de seguridad de espectáculos que si bien son tradicionales en diferentes lugares del territorio nacional, obligan de que se garantice la protección de sus asistentes.