Van 112 días del 2021 y en este tiempo en los Estados Unidos han muerto 12.771 personas por arma de fuego y han ocurrido 152 tiroteos.
El domingo pasado fueron tres masacres, en Chicago, Texas y Winsconsin, en las que acabaron las vidas de 7 personas.
Tres días antes, Indianapolis se estremecía al conocer que un exempleado de la empresa de mensajería FedEx había matado a ocho personas en su antiguo lugar de trabajo.
Mientras esos casos sucedían un reconocido rapero se paseaba por las calles de Manhattan con una bazuca montada encima de una camioneta y un joven era detenido por las autoridades en la entrada de la estación del metro de Times Square con un fusil AK-47 y municiones.
A hechos delirantes y funestos como esos son a los que se enfrenta cada día Estados Unidos por la permisividad que, amparada en la antigua segunda enmienda de su Constitución, le facilita a cualquiera conseguir un arma sin reparar en sus antecedentes, andar con una ametralladora y causar miles de muertes cada año.
Con razón el presidente Joseph Biden califica como “una epidemia y una vergüenza internacional” la violencia con armas de fuego en su país.
Como pasa cada vez que el país norteamericano se sacude por esos tiroteos masivos, vuelve el debate sobre la tenencia de armamento y sobre la necesidad de controlar su venta
Pero la respuesta es la misma: es un derecho constitucional así deje miles de muertos cada año.
Con cada masacre, la pregunta es la misma: ¿Hasta cuándo?