Para ayudar en la solución de los problemas que causaron en Cali la pandemia y las protestas que bloquearon a la ciudad durante los meses de mayo y junio del 2021, la Alcaldía definió estrategias sociales como los comedores comunitarios y ‘Todas y todos a estudiar’.

Los dos programas, sin embargo, presentan inconvenientes para cumplir los compromisos con sus beneficiarios, ya sea por razones de procedimiento, por demoras en la elaboración de contratos o por falta de gestión.

Como lo contó El País en su edición de ayer, los 160 comedores comunitarios, donde se alimentan a diario 85.000 personas y demandan recursos por $44.000 millones al año, no han podido funcionar por demoras en la asignación del presupuesto y hoy sobrevive a medias, mientras llega la solución, gracias a la gestión de la Arquidiócesis de Cali.

Por su parte el programa ‘Todas y todos a estudiar’, que se les ofreció a los jóvenes de la llamada Primera Línea para financiar la educación superior, el transporte y la alimentación a 10.000 estudiantes, y que le cuesta a la ciudad $56.000 millones, presenta graves fallas.

Según los beneficiarios, dos meses después de haber ingresado a la universidad aún no les entregan el subsidio de transporte, la alimentación es de mala calidad y parte de las tabletas que les dieron para estudiar no funcionan, por ello el viernes pasado salieron a las calles a protestar.

El riesgo al incumplir los programas de subsidios es que se pueden convertir en motivo de desacuerdo o en movimientos de protesta que alteran la tranquilidad de la ciudad.