A los problemas de violencia que padece el Cauca como resultado sobre todo del narcotráfico y la presencia de grupos armados ilegales, se le suman ahora los enfrentamientos entre comunidades indígenas de ese departamento.

El más reciente episodio ocurrió el jueves anterior en el corregimiento de Siberia, municipio de Caldono, cuando integrantes de los pueblos Nasa y Misak se liaron en una pelea que dejó 17 personas heridas, algunas de gravedad por lo que debieron ser trasladas a hospitales de Cali.

El origen de ese choque es el mismo que se presenta desde hace años y que se ha recrudecido en los meses recientes: la disputa por las tierras que cada organización indígena reclama como suyas.

Nada justifica que hoy se viva un conflicto territorial de tales proporciones, cuando éste pudo resolverse desde tiempo atrás con la intervención oportuna de las autoridades.

Frente a los desacuerdos que existen y a los reclamos por parte de esas comunidades indígenas, le corresponde actuar a la Justicia, que es la instancia encargada de dirimir por la vía legal cualquier diferencia que se presente.

El Cauca no puede seguir siendo escenario de enfrentamientos armados entre los indígenas, invasiones a la fuerza o agresiones como las que se han cometido en los últimos meses, que siembran la discordia, sólo generan más violencia y no solucionan el conflicto que existe.