La suerte está echada. Y como sucede hoy con muchos más ciudadanos, escasea en mí el optimismo. Tenemos enfrente el peor de los escenarios, dos saltos al vacío: Hernández y Petro. Alguna vez, un prestigioso escritor me dijo: "Hazlo, salta, ya encontrarás el piso". Esta vez no, querido.
Porque, ¿de dónde agarrarse, vaya paradoja, para hacer eso mismo: saltar? A mí, Petro y Hernández me resultan más parecidos que diferentes. Mienten por igual y ofenden ídem. Son sinuosos y ladinos. Aparte de dejar siempre en el ambiente ese tufillo caudillista que anticipa la llegada de lo peor. El viejo cuento de los Mesías, esa historia que siempre tiene terrible final, con alguna y lejana excepción.
Sí son, en cambio, dos propuestas diferentes. El problema son ellos y el temor no es gratuito. Si quien encarnara el Pacto Histórico no fuera Gustavo Petro y si quien dice hablara a nombre de la lucha contra la corrupción no fuese Rodolfo Hernández, otro sería el cantar.
Sigo creyendo que para un momento como este necesitamos personas dispuestas a trabajar en la impostergable y profunda transformación que necesita este país. Y para eso se requiere gente de mente abierta y sentido de equipo. No iluminados de la catadura de este par. Y más grave, rodeados de personajes con hojas de vida que son auténticos prontuarios.
De acuerdo, eso es llorar sobre la leche derramada. Esto es lo que hay. Entonces, a partir de los antecedentes autócratas y megalomaníacos de ambos, ¿cómo hacerles entender que la democracia no es una interpretación?
No queda sino una remota posibilidad: que lo hagan quienes son sus compañeras, Verónica y Socorro.
En el caso de Petro, el experto en mentir y en encantar serpientes, parece tener su tatequieto en ella. Aquí les dejo el link de un vídeo que pasó de ser pieza de propaganda a revelación. https://www.semana.com/nacion/articulo/testarudo-izquierdoso-y-terco-el-fuerte-llamado-de-atencion-de-veronica-alcocer-a-su-esposo-gustavo-petro/202241/
Quien habla es Verónica: “Testarudo, izquierdoso (si le hubiese dicho izquierdista, sería distinto) y terco”, le llama. Además de decirle que no se las sabe todas y exigir de su parte que se rodee de expertos y los escuche, antes de tomar decisiones.
Pero la pieza carnuda de esas imágenes es el propio Petro. Me encantaría saber qué piensa un experto sobre el lenguaje corporal del supuesto indómito dirigente político, reducido a gato de sofá. Ahí parece claro quién manda allí y quién obedece.
¿Y ya vieron la cara de Socorro, la esposa de Rodolfo cuando su marido, en pleno uso de la incontinencia verbal que padece este personaje, lanza la idea de repartir drogas gratis a adictos para acabar con el narcotráfico? https://www.youtube.com/watch?v=V1zvqlCpnSk
No quiero imaginar qué pasó minutos después. O cómo ella, espero, le paró en seco el machito que el viejo carga en la billetera, cuando - vulgar, chabacano y atrabiliario, como lo es- llamó “hijueputa” a una empleada por pedirle que cumpliera la ley y le anunció que la iba a echar ese mismo día https://www.youtube.com/watch?v=R74N74tY4Zg
No sé, esto ya pasó alguna vez. Franklin D. Roosevelt, que no era mal tipo, supo quién llevaba los pantalones en la Casa Blanca con la muy templada y progresista doña Eleanor. Pero también hay casos infortunados. Como el de Rosario Murillo en Nicaragua, quien salió tan sátrapa, o peor, que su compañero Daniel Ortega.
Ojalá ellas, Verónica y Socorro, cada una por su lado y como poder detrás del trono, no anden pensando en el vestido para el día de la posesión, sino en el que se verían obligadas a ponerse a las carreras si esto no sale bien, como puede pasar. Porque si algo necesita la Casa de Nariño después de la actual debacle, es algo de sensatez. Eso de lo que no tienen ni idea tanto el uno como el otro. Esa, señoras, si así deciden aceptarlo, es su misión, casi, imposible.