No, no todo se vale en la guerra, en el amor o… en la administración pública. Al alcalde Jorge Iván Ospina deberían explicárselo quienes le hablan al oído -si es que en su cerradísimo círculo tienen cabida esos personajes-, ya que él no parece o no quiere entenderlo.
Lo de hacer de Cali una ciudad inteligente al costo que sea y recurriendo a rebuscados recursos, raya en la sospecha. Y no porque la capital del Valle no se merezca entrar en ese proceso que es sinónimo de desarrollo y progreso. Es que se tiene que hacer con transparencia, buscando el beneficio de sus ciudadanos, garantizando que los recursos se inviertan bien y los réditos sean en primer lugar para la ciudad.
Ya sabemos que en los 20 meses que le restan como mandatario, Ospina hará lo imposible con tal de volver realidad la empresa en la que se ha empeñado para que maneje la transformación hacia una Cali Inteligente. No importa que ello signifique pasar por encima del Concejo o ignorar a los caleños que manifiestan su inconformidad y su poca confianza en la iniciativa tal cual como la plantea la Administración Municipal.
La más reciente muestra de hasta dónde puede llegar es la posibilidad de revivir a Caligen Ltda. La empresa fue creada en 1997 con un capital de un millón de pesos; de ella son socios Emcali, con un 90% de la participación, y el Municipio, con un 10%, y tiene un amplísimo objeto social que incluye operaciones comerciales, civiles, industriales o financieras como las relacionadas con el mercado de valores. Aunque nunca funcionó, aún sigue vigente.
Como lo denunciaron hace algunos días la periodista Paola Herrera en su columna de la revista Cambio, varios concejales y sindicatos de Emcali, el 15 de marzo se aprobó que Caligen pase a ser una Sociedad de Acciones Simplicadas, SAS, y que su capital aumente a $5000 millones. Para que los lectores lo sepan, las SAS pueden tener como socios a empresas del Estado –que deben mantener al menos el 51% de la participación- y a empresas de capital privado. Es decir que con los cambios autorizados, Caligen cumpliría los requisitos y el alcalde Ospina podría tener su empresa soñada.
No voy a entrar en la especulación de quién se beneficiaría con esa decisión, o si detrás está la marrulla de entregarle a un particular por tiempo indefinido el manejo del alumbrado público de la ciudad.
Tampoco es que piense que los servicios públicos no pueden ser manejados por un privado si este demuestra que es más eficiente y que los beneficios serán para los usuarios con mejores tarifas y servicio.
Pero sí me uno a las voces de quienes reclaman respuestas de la Administración Municipal, de Emcali, de la Gerente del proyecto Cali Inteligente. Que nos digan para qué se revivió a Caligen. Que nos cuenten si ya hay un socio interesado y cuál sería en verdad el objeto social de la empresa.
Creo que Cali necesita modernizarse y ello comienza por transformarse en una ciudad inteligente donde la conectividad mande en la movilidad y en la seguridad ciudadana, donde toda la población tenga acceso a la tecnología, donde la prestación de servicios públicos o de salud o los inherentes al Estado se encuentren automatizados para agilizar los procesos.
Para conseguirlo hay que hacer inversiones importantes y contar con recursos que seguramente no están en las arcas de la ciudad, por lo que se necesita inversión privada. Así es como lo han conseguido urbes que hoy son ejemplo de ciudades inteligentes.
Pero no todo se vale. Primero hay que tener un proyecto bien estructurado y realista; con cifras concretas y con un esquema de inversiones definido; que piense como primera opción en la experiencia e infraestructura de Emcali; que permita un debate coherente y que cuente con participación ciudadana. Mucho de lo que le ha faltado a la propuesta de la Administración local con su Cali Inteligente.
Transparencia y buena comunicación. Que no exista el mínimo manto de duda sobre sus propósitos e intereses. Eso es lo que queremos, alcalde Ospina.
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