Hace 88 años Cali se quedó esperando a Carlos Gardel: el próximo 24 de junio se cumplirá un aniversario más de aquella fecha en la que 3000 caleños esperaban, proveniente de Medellín, al zorzal criollo en el aeropuerto de El Guabito, actual Base Aérea.

Todos los taxis y vehículos particulares de la ciudad aguardaban en caravana para llevar al cantante y actor argentino hasta el Hotel Alférez Real donde se hospedaría luego del primero de dos conciertos en el teatro Jorge Isaacs para el que ya no habían entradas disponibles, la más costosa en platea a $2, luneta $1,80, palco de segunda 80 centavos y galería 40 centavos.

Era tanta la demanda que los organizadores, encabezados por la compañía Cine Colombia, trataban de convencer a Gardel y a su compositor Alfredo Le Pera de abrir una tercera fecha antes de partir a Buenaventura para tomar un barco rumbo a Panamá. A Gardel no le gustaban los aviones, así se lo había dicho poco antes de iniciar su última gira a la actriz mexicana Rosita Moreno, quien entre sollozos, como lo registraba el Diario del Pacífico, dirigido por Primitivo Crespo, recordaba el miedo de Gardel a volar: “No me gusta volar nunca me ha gustado pero como así se organizó la gira así tendré que hacerlo”, le habría dicho a la artista una semana antes del accidente que le costó la vida.

Cuando la noticia llegó al Guabito los asistentes pensaron que se trataba de una broma, hasta que la voz de la Víctor lanzó la noticia y los tableros usados por los periódicos para ir actualizando a sus lectores a lo largo del día la registraron en tiza, entonces Cali despertó en la tragedia. Las calles quedaron empapeladas con los afiches de Gardel vestido de gaucho y el teatro Jorge Isaacs anunció un homenaje póstumo con la proyección de su película ‘Luces de Buenos Aires’, el país entero se declaró en duelo y el presidente López Pumarejo ordenó una investigación que arrojó como culpable a un viento fuerte de costado que arrastró en su maniobra de despegue el avión F31 de la empresa Saco, dónde viajaba la comitiva gardeliana, contra el ‘Manizales’ de la empresa colombo alemana Scadta, ambas compañías en fuerte competencia por el naciente mercado de pasajeros (la fusión de ambas daría origen a Avianca).

Sobre Cali cayó la lluvia y las emisoras transmitieron durante tres días seguidos el último concierto de Gardel en Bogotá. ¿Si Gardel se hubiera presentado en Cali habría cambiado su destino como capital de la salsa? ¿Habrían tardado más los ritmos del Caribe en remontar las cordilleras para llegar hasta el Valle? Cali se quedó esperando a Gardel en el Jorge Isaacs; todavía le tienen un camerino listo por si acaso.