La supresión unilateral de la visa estadounidense al presidente Gustavo Petro, por parte del gobierno de los Estados Unidos el viernes 26 de septiembre, debe llevarnos a una tranquila reflexión sobre la prudencia y sensatez que siempre debe existir en los seres humanos.
Cuando un Estado toma decisiones unilaterales contra una persona que ocupa un alto cargo en un país, como Colombia, es bueno reflexionar de manera muy serena, para bien de nuestras relaciones internacionales, sobre las razones por las que se llegó a tan dolorosa situación. En la vida no todo vale, y menos cuando se toman decisiones que pueden tener incidencias más allá de lo personal.
La experiencia en el sector público y social colombiano me ha enseñado que la inmunidad diplomática que otorga las Naciones Unidas, no le da el derecho a ninguna persona, así sea el presidente de un país, de invitar públicamente en una calle de la ciudad de Nueva York a que los integrantes de las fuerzas armadas de los Estados Unidos se rebelen contra el presidente de su país, quien, al igual que el colombiano, fue elegido democráticamente.
Guardando las proporciones, sería como si mañana cualquier diplomático o presidente de otro país, con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, viniera a Colombia a pedir públicamente la rebelión de nuestras fuerzas militares y de policía frente al presidente de la República.
De modo que, sin pretender hacer parte de ningún grupo de oposición política, considero que el presidente Petro se equivocó frente al gobierno de los Estados Unidos, como también, en mi opinión, se equivoca en sus apreciaciones políticas sobre el cambio de sede de las Naciones Unidas, lo mismo que en su propuesta poco realista, manifestada el pasado 25 de septiembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas, al proponer que este organismo creara un ejército supranacional, con la colaboración de los países desarrollados, cuya prioridad, en los actuales momentos, sería contribuir a proteger a la población palestina.
Sin embargo, sobre el triste drama que está viviendo la población palestina, entre ella millones de niños y niñas, mujeres y ancianos, es necesario recordar que, tanto en Israel, como en cualquier país del mundo, no se puede responder al terrorismo con terrorismo. Tampoco con la equivocada concepción de que la inmensa mayoría de la población palestina, o quienes critican públicamente los actos de barbarie contra ella, son enemigos del Estado de Israel o guardan silencio cómplice frente a las diversas actividades terroristas de Hamás. Esas actividades no solo le vienen haciendo daño al Estado y pueblo de Israel, sino también al pueblo palestino y a su autoridad legítima: la OLP.
Como tanto Colombia como los Estados Unidos se necesitan recíprocamente en temas económicos, sociales, de seguridad, en la lucha contra la corrupción, la violencia, el narcotráfico y en el respeto a los derechos humanos, considero que en ambos países deberíamos bajar la temperatura al tema de la supresión de la visa del presidente Petro y estimular que opere la diplomacia en ambos países no solo para continuar contribuyendo al fortalecimiento de las relaciones integrales entre ambos países, sino también para encontrar los procedimientos diplomáticos que permitan restablecer la visa al presidente Petro.