El eufemismo usado es “hija natural”. Se debe pronunciar esta expresión con sonrojo, ocultamiento, socarronería y mojigatería, al tiempo que se deja escapar una mueca involuntaria que intenta contener una risotada, o bien un gesto de juicio involuntario.
Los más elegantes dejarán allí el comentario, pues lo demás está dicho. Los más vulgares harán referencia a los sinónimos, a los eufemismos de menor categoría idiomática, porque hacerlo es afirmar, por oposición, que ellos mismos son legítimos. Ja.
Es curioso que en pleno siglo XXI, en los tiempos del metaverso y la inteligencia artificial, la gente siga siendo tan ingenua como para creer que -sin prueba genética en mano- puede estar cien por ciento segura de su linaje sanguíneo, de la veracidad de un apellido, de la pulcritud de la línea genética, de la corrección comportamental de sus padres, abuelos, bisabuelos y ancestros de marras, refundida quizá su virtud en los oscuros callejones de la historia oficial.
Nadie puede asegurar, nadie con 100% de certeza, que porta el apellido paterno o materno que en verdad le corresponde. Así que, de alguna manera, nadie puede asegurarse dueño de su propio nombre, aunque sí dueño del seudónimo que aparece en su cédula y su pasaporte. Algunos, además, son dueños de un alias.
Medios del mundo entero registramos hace poco la noticia de la aparición de la hija natural y secreta de un grande de las letras.
“Aparición”, como si se tratase de un espectro despojado de corporeidad.
“Secreta”, como si ella existiera solo a los ojos validadores de los otros y no se justificara en sí misma su propia existencia.
Vaya si resultaba complejo ser el portador de la noticia por décadas guardada con sigilo. Y entonces hubo que dar explicaciones, rodeos y justificaciones no pedidas; y adornar con almíbares y bañar en perfumes estilísticos la verdad.
Parecía muy importante no quedar mal parado con la familia oficial, aunque a nadie importó la intimidad de la “hija natural”, porque es joven, porque es mujer, porque es discreta, porque no la proteje el poncho de lana virgen de la fama, o porque -a la hora de hacer cálculos- las consecuencias de exponerla son menores que las consecuencias de exponer al pater familias.
La noticia no es que un hombre tuviera una hija, la noticia es que sea noticia que un hombre tuvo una hija.
La expresión hija natural es de lo más antinatural que existe, en todo caso, hijos son hijos, lo natural es que no se les esconda.
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