En general se habla muy mal del ego que, en realidad, es tu propio yo y no es malo.
Concebir el ego como un enemigo genera conflictos, culpabilidad, ira y vergüenza.
Hay un ego amoroso que te conviene escuchar y seguir porque es tu aliado.
Hay un ego orgulloso que necesita muchas dosis de humildad para dejar la arrogancia.
Hay un ego defectuoso al que le debes dar mucho amor propio y seguridad.
El ego amoroso te lleva a hacer todo con amor, amarte, amar a Dios y amar a todos.
Cuando tu yo vibra en amor, dejas de juzgar, de criticar y de ser egoísta y abusivo.
Entonces dejas ir odios y culpas, juicios y prejuicios. Te amas, das amor y eres amor. Ego es tu yo y es bueno.