La palabra lo dice, ‘progreso’ para todos. Una verdadera mente progresista no tiene nada que ver con el tema político, es una persona de mente abierta que se centra más en el bien común, no solo en el propio.
Que respeta las diferencias y aplica la tolerancia y sobre todo tiene la capacidad de reflexión por encima de la pasión. Las polaridades no están presentes y visibiliza el mundo donde quepamos todos, viviendo dignamente, eso creo yo es ser progresista, se preocupa por dejar un mejor entorno para él y los que lo rodean.
Muchas personas asocian el progresismo a la izquierda, y especialmente a la más radical, porque para muchos no existe un verdadero centro de pensamiento donde se puede recoger lo bueno de los dos extremos y allí formar una política verdaderamente liberal.
La vocación de servicio debería estar presente en cada uno, los de esta especie, especialmente aquel que dice ser liberal de pensamiento. No me cabe en la cabeza que podamos ser tan egoístas que en muchas ocasiones tomamos decisiones donde claramente vamos a aprovecharnos de otros, como cuando no pagamos salarios justos y completos u omitimos pagar nuestras deudas.
La persona dogmática que se aferra a una solo manera de ver la vida y no tiene la capacidad de abrir su mente a otras ideas o por lo menos a debatirlas respetuosamente no ayuda a construir soluciones en un momento donde las radicalizaciones nos están llevando a una polaridad destructora.
Los excesos de moral y el fanatismo religioso tienen enfrentados a varias naciones y pueblos en guerras donde todos salimos perdedores y especialmente el medio ambiente.
El amor desmedido al dinero hace que el sistema capitalista sea desbalanceado y solo unos pocos se benefician de ello. Y el socialismo radical, también hace que unos pocos del poder y la corrupción se coman la mayor parte de la torta. Pobreza es lo que predominan en esos sistemas políticos gobernando una sociedad, cada vez mayor en números y bocas que alimentar.
En Colombia tampoco hemos sabido entender eso, como casi en la gran mayoría de países, acá hemos desperdiciado poder elegir movimientos de verdad progresistas y nos hemos ido de una orilla a la otra sin siquiera navegar en la mitad del ‘río’. ¿Dónde están las aguas cristalinas y transparentes y las visiones amplias de seres y mentes que puedan gobiernan lejos de los egos y el interés propio?
Yo solo deseo que el gobierno de Petro de verdad sea progresista, incluyente, lejos de rencillas del pasado, y especialmente, lejos de creerse un caudillo infalible. Apoyo, como ambientalista, la idea de buscar soluciones para una transición hacia energías renovables y limpias.
La tarea no está fácil y le deseo éxito al gobierno, que le vaya bien, porque así nos iría bien a todos. Voy a engrosar las filas de los optimistas sin dejar atrás mi derecho a expresar respetuosamente mis dudas y diferencias, siempre buscando el bien común.