O como dice mi amigo Jahuira, del colegio Ideas, ‘ecología del alma’. Si hablamos del medio ambiente y la protección de los recursos naturales, también tenemos que pensar en los humanos, especialmente en los niños, los menos favorecidos y los adultos mayores. Cuando Eduardo Velasco, biólogo y amigo, ejercía como funcionario de la CVC y le tocaba ir a sancionar a un campesino porque talaba un árbol, me contaba lo duro que eso era, ya que ese solo árbol, representaba la comida de toda una semana para él y su familia.

Mientras creo yo, grandes empresarios, industriales y multinacionales con dinero pueden arreglar las cosas para conseguir todos los permisos, no solo para cortar, uno solo, sino todo un bosque.

Ahora que se ha desatado una gran polémica sobre el proyecto del Centro Turístico de Cristo Rey donde hay una inconformidad por parte de unas comunidades que se oponen rotundamente al proyecto, deberíamos también pensar en el beneficio que eso trae a la inmensa población del oriente de Cali que ya utilizan ese parque para volar cometas, para avistar la ciudad, para recreación y qué mejor que hacerlo más ordenadamente. Seguramente la mayoría no podrá ir algún día ni siquiera a conocer el mar, esa población también tiene derecho al esparcimiento, lo que sí es esencial es que el proyecto cumpla con todos los requisitos y normas medioambientales y no se convierta en un sitio de rumba y desorden.

Bienvenido el proyecto, si no miren a Río de Janeiro y su Corcovado, al Perú y su Machu Pichu y tantos otros ejemplos donde se utilizan los cerros para la gran mayoría y no solo para unos pocos. Repito, el proyecto para ser viable tiene que cumplir toda la reglamentación ética y legal de la protección del cerro y sus habitantes, llámense fauna, flora o humanos. También se debe tener en cuenta la movilidad y la manera de acceder de forma organizada. Si todo eso se logra, tendremos un Cristo Rey para todos y para el turismo mundial.

Cuando hablamos de ser medioambientalistas y nos ‘rajamos las vestiduras’ debemos pensar en cómo, sin perder el equilibrio podemos ser justos, vuelvo y repito con la flora, la fauna y los humanos.

Allí es donde los gobiernos y los centros educativos deben implementar una mejor educación ambiental donde esos niños puedan tener codificada la importancia de proteger el equilibrio de la naturaleza, de una vida sana y un esparcimiento para todos.

PD. Sigue creciendo el proyecto ‘Sembrando Compromiso’ y logrando poco a poco acercarnos más a la soberanía alimentaria de Cali, falta mucho, pero el trabajo se está haciendo.