El profesor Luis Cantillo, docente en China por espacio de diez años, creció en Chía y ahora decidió vivir en Cali.

Le pregunté por qué y me envió esta carta:

“Ir a China me sirvió para conocer mejor la historia del Pacífico colombiano, le dije a Pilar Hung, directora ejecutiva de Cali TV, con quien había colaborado anteriormente en la revista Amigos de China (2018), pero hasta hoy nos conocíamos personalmente.

Su oficina, en el barrio Versalles, está decorada con afiches de músicos desde los Beatles hasta Rafael, representantes de una generación y de la balada romántica -su gran pasión-. Su abuelo don Weimaa Hung, fue parte de la colonia china en Buenaventura, la mayoría de Cantón, una región al sur de China, quienes llegaron a nuestro país en la primera mitad del siglo pasado “en busca de nuevas oportunidades y asfixiados por el hambre, la superpoblación, las dificultades económicas”, como escribió ella en su artículo.

Después de compartir una taza de té, me convidó a conocer las instalaciones del canal; en uno de los estudios de grabación un grupo de jóvenes profesionales se alistaban para grabar una matiné juvenil. En la sala de edición uno de sus hijos estaba pendiente de la producción y en el estudio de atrás, el más grande, estaba el set de grabación de su programa estelar Generación R. Yo que siempre me hospedaba en Cali a tan sólo un par de cuadras de aquí, jamás me imaginé lo vital que era este edificio por dentro. Probablemente don Hung, desde el cielo sonriendo, observaba a su próspera descendencia, resultado de aventurarse y echar raíces en un país llamado en cantonés go-leon-bei-aa (Colombia).

Después de vivir diez años en China, decidí regresar a Colombia y establecerme en Cali. En China había vivido en Beijing, Hangzhou y Chengdu. En la primera estudié el mandarín, en la segunda un doctorado en arte y en la tercera impartí clases de español en la Universidad de Sichuan. Las dos últimas ciudades dicen que son de las más amables para vivir en China.

En Hangzhou está el lago del Oeste, que es como si el lago Calima estuviera en Cali; Chengdu no solo es famosa por los adorables pandas, sino porque el ritmo de vida es menos acelerado comparado con las ciudades costeras, sus salones de té y juegos de mahjong (el dominó chino) son muy concurridos, y su gastronomía cargada de ají es la ambrosía de la China moderna.

En el antiguo método de romanización del chino Wade-Giles, ‘Chia’ es la manera de escribir “casa u hogar”, esto me hizo gracia ya que se escribe casi igual que Chía, el pueblo al norte de la capital colombiana que me vio crecer.

Chía dejó de ser un pueblo para convertirse en una ciudad satélite; en años recientes su crecimiento económico y urbano se asemejaba al del gigante asiático, pero desafortunadamente sus vías de acceso están igual que hace tres décadas.

El trancón diario es apoteósico. En cambio, en el lapso de estos años (2009-2021), Beijing pasó de tener 13 líneas de metro a 25; Hangzhou de no tener ninguna a once líneas; y Chengdu de no tener ninguna a 12 líneas. Y si antes esta ola de progreso dejaba un detrito de polución, ahora intentan que su rastro sea verde: siembran árboles y construyen parques con senderos. Se siente mucho más arbolada la Beijing de los Juegos Olímpicos de Invierno (2022) comparada con los Juegos Olímpicos de Verano (2008).

En China, llaman Haigui o tortugas marinas, a las personas que regresan a su país después de estudiar o vivir por fuera. Cali por su gente amable y naturaleza exuberante, es una ciudad que todavía tiene mucho que aportarle al mundo; además, es “la ciudad de la memoria musical” como la llamó la etnomusicóloga Lise Waxer, quien vivió aquí en los tempranos noventa.

Otto Nassar, un consultor inmobiliario hace poco me felicitaba, “Cali es una ciudad que parece detenida en el tiempo, y por eso tiene potencial”. Es conocido que Cali exporta talentos, a mis amigues caleños que viven por fuera les interpelo que es tiempo de invertir en esta sucursal del cielo. Un nuevo gobierno que defiende la paz augura buen tiempo; “grandes árboles crecen a partir de pequeñas plántulas, todos deberíamos irrigarlas” dijo el maestro Leping Zhang acerca de cultivar un futuro para las nuevas generaciones”.