Pese a su enorme y descomunal boca, Sofía Vergara siempre me ha parecido lo que los hombre llamamos “un hembrononón”. Por ello, cuando en mi vigilia sabatina supe que transmitirían por Directv una película en la que era coprotagonista, me aperé de tremendo Jack Daniels, me puse mi levantadora fucsia, me apliqué Agua de Campiña -mi loción predilecta- y con un tarrito de pistachos que tenía reservado para una ocasión especial, coloqué la película ‘Machete 2’ que versa sobre las andanzas de un mexicano norteamericanizado, que mata tanta gente que me tuve que guarnecer varias veces detrás del sofá para que una bala perdida no me cayera encima.No esperé mucho hasta que apareció nuestra diva barranquillera, absolutamente despampanante con unos insinuantes shortcitos y un escote que parecía terminarle en el ombligo. En esa cinta -bien mala por cierto- Sofía hace las veces de justiciera y tortura vengativamente a un abusador.Debo decir que desde allí comenzó mi malestar con Sofía, cuyo nombre me hace recordar a la inmortal Loren y cuyo apellido... mejor ni sigo. Impostada, sosa, víctima de un director que sólo quería explotarle sus atributos físicos, me decepcionó no sólo la película sino esa beldad, digna de mejores papeles.Evoqué entonces las bellezas de Ingrid Bergman, Raquel Welch, Ursula Andrews y las insustituibles Catherine Denueve, Claudia Cardinale, Mónica Bellucci y ahora la Nicole Kidman.Pero mi decepción aumentó cuando la Vergara para contra atacar a unos malandros, hace uso de sus senos, pectorales, busto, tetas o como quieran llamarles a sus abultados pechos y en lugar de descubrirlos totalmente -lo cual habría matado de infarto a sus agresores- los convierte en par ametralladoras es decir que por donde debería salir su leche materna, salieron balas y más balas.No sé sí me explico pero sus pezones –rosados, punta diamante- por la magia del celuloide se volvieron cañones que disparaban a tutiplén. La verdad, yo no sabía si reírme o apenarme por el rol de la colombiana más famosa del cine mundial.Sin embargo, lo que sobrevino fue peor: ya eran casi las doce de la noche y el sueño comenzaba a doblegarme cuando la escena que vi no la podía creer: no contenta con la balacera tetal, la Vergara -mediante otro de esos efectos del cine actual- comenzó a disparar desde su parte frontal más noble. Sí, esa, la que nunca muestran por respeto, convirtiendo esa región pudenda en un magnum que vomitaba cipotudos tiros que hicieron las de San Quintín mientras ella con sus manos en la cintura, direccionaba su pelvis hacia lo que quería destruir.Hastiado y hasta asqueado como para poder dormir, sintonice otro canal en el que pasaban La Novicia Rebelde y con la plácida banda sonora de esa película, logré conciliar el sueño...***PD: Hoy a las 7:00 de la noche en el Auditorio de Comfenalco, el penalista, historiador, cocinero y poeta, Armando Barona Mesa, presentará su más reciente libro -que no el último- ‘Cali Precursora’. Habrá lleno hasta el tejadillo como solía decir el inolvidable José Pardo Llada.