Cuanto desocupado(a) hay y cuanto emprendedor(a) vaciado existe, les ha dado por fabricar tapabocas. No hay semana que no llamen a ofrecerlos en una guerra de precios la tenaz.
De distintos materiales, colores y hasta sabores, a usted lo abordan directamente o por intermedio de, y ante tanta insistencia termina comprando el paquetito de los adminículos, entre otras cosas para librarse de semejantes sirirís.
Sin embargo, la mayoría de esos tapabocas no llenan los mínimos requisitos para garantizar que van a cumplir cabalmente su función que es entre otras cosas, supremamente delicada e importante.
Yo también caí, adquiriendo unos de esos adminículos perramente confeccionados que por poco me amputan mis orejas de Dumbo y por donde se entraban toda suerte de bichos y hube de botarlos a la basura y nien se sabe quién los estará utilizando.
Quiero dejar claro que no me opongo a este emprendimiento y que aplaudo a esos jóvenes que se la rebuscan y hasta hacen empresa y se ganan sus buenos pesos.
Pero ojo, se trata de un artículo muy delicado que merece que cumpla con formalidades de salubridad muy específicas para su confección, pues no se trata de cualquier prenda como una bufanda o un simple pañuelo.
Por tanto, el gobierno tiene que tomar cartas en el asunto y reglamentar las características de los tapabocas, acabando de paso con la piratería que ha tomado vuelo y es necesaria pararla.
Son miles las personas que no usan estos salvavidas. Miles quienes los llevan de adorno alrededor del cuello, otros tantos que les sirven de adorno y no se tapan la nariz que es por donde el virus entra.
Y lo peor, son más los que no se los ponen porque no les da la gana, en actitud desafiante y provocadora.
Hay más: el uso de los tapabocas que ya cumplieron su ciclo y que están desbaratados y que ‘duran’ semanas y semanas y nadie les dice nada porque el argumento es que si no tienen para comer, menos para comprar lo que llaman “un embeleco que no sirve pa’eme”.
Como sabemos ya que este castigo divino va a durar hasta el año 2022, hay que, de manera urgente, legislar sobre el particular y otorgar licencias para que los confeccionistas se ciñan a un estricto reglamento, so pena de ser castigados severamente por atentar contra la salud de su compatriotas.
De lo contrario y de seguir así, terminaremos con tapabocas de papel periódico y hasta de papel higiénico y eso no puede ser.
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Posdata: Magnífica la idea de la Alcaldía y la Secretaría de Turismo de Cali de adornar con ‘mapping’ la estatua de Cristo Rey la noche del aniversario de la ciudad.
Esta iniciativa que fue bien interpretada por los colegas de Cacumen Publicidad y contó con el apoyo de empresas como Constructora Meléndez, le hace bien a Cali y a la caleñidad y se le da vida a un monumento que bien merece se distinga más.