Este fin de semana terminó el ejercicio de la Comisión de la Verdad, dirigido por el padre Francisco de Roux. El informe, que desde su inicio generó polémica, intentaba recopilar diversas versiones de la guerra de 60 años como testimonio de nuestros muertos y víctimas.

El informe suscitó incomodidad, reclamos, aplausos y propuestas basadas en la premisa de la verdad. ¿Cuál es la verdad que se cuenta en el informe? ¿Es suficiente lo contado allí para entender el conflicto? Y, lo más importante, ¿esa verdad servirá para la no repetición?

En el mundo han existido 51 comisiones de la verdad y la grandeza de ellas nos ha llevado a identificar en tiempo récord los entresijos de la guerra y la crueldad de los conflictos. Tal vez uno de los más próximos ejercicios es el del informe Sábato en Argentina; una comisión que creó el presidente Raúl Alfonsín en 1983 y coordinada por el escritor Ernesto Sábato y 13 comisionados más, quienes en 9 meses investigaron los periodos de las dictaduras militares de Argentina de 1976 y 1983.

El informe denominado ‘Nunca más’ recopiló 1500 testimonios y presentó a la opinión pública la escabrosa cifra de 9000 desaparecidos, aunque la cifra real de víctimas podría ascender a alrededor de 30 mil.
También está en la memoria próxima regional el informe Rettig de Chile, que lideró Raúl Rettig, bajo el decreto del presidente Patricio Aylwin en 1990, cuyo objetivo era esclarecer las violaciones de derechos humanos de la dictadura de Pinochet. En Chile se recibieron 3400 denuncias y se señaló a la Dina (Dirección Nacional de Inteligencia) como la mayor responsable de los crímenes contra la oposición.

Nuestro informe, el colombiano, podría llamarse el Informe De Roux, y da cuenta del dolor de las 9621 víctimas entrevistadas, quienes permitieron, con el análisis de otras bases de datos, arrojar la dolorosa cifra de 23.968 colombianos atacados en medio del conflicto. Nuestra guerra fue dura, sangrienta e inclemente, no podríamos decir que mejor o peor que otras, pero los datos entregados sí denotan una historia común escrita con sangre.

Las Comisiones en el mundo han servido como cierres simbólicos de las guerras; en el cono sur, en centro América. Incluso luego del apartheid de Sudáfrica, con el liderazgo de Nelson Mandela y el padre Desmond Tutu, se plantearon cambios para el reconocimiento de una sociedad multicultural y multiétnica.

En Colombia el Informe De Roux es solo el comienzo de la verdad histórica que todos en un ejercicio consciente con nuestro pasado deberíamos leer. La mayoría de los colombianos estamos en la obligación de tener elementos para evitar que se repita la violencia sufrida. El acento del informe está dado para el ejercicio de una sociedad consciente de sus demonios: desigualdad, reformas a las instituciones militares y aparatos de inteligencia; cambios en las formas y conductas de la izquierda, reconocimiento de las vías constitucionales para tramitar desacuerdos y el rechazo de cualquier uso de las armas. Si otros lo han logrado, nosotros también deberíamos conseguirlo. ¡Nunca más!