El norteamericano Christopher Sims —ganador del premio Nobel de Economía 2011 junto con Thomas Sargent— fue requerido por la prensa para que informara al público qué iba a hacer con el jugoso premio obtenido. Se suponía que un experto economista, doctorado en Harvard, profesor desde hace muchos años en Princeton, daría una respuesta contundente y clara, como fue capaz de darla el músico colombiano Jorge Villamizar (Bacilos): le compraría a su mujer una casa grande y un vestido de Óscar de la Renta….No. El profesor Sims, con todo y su enorme bagaje económico a la espalda, contestó de manera desconcertante: “Mantendré el dinero en efectivo un rato y pensaré”. Es imposible encontrar un mejor retrato de la gran confusión que vive la economía de las naciones en la hora actual. El economista que más sabe, el que sabe tanto que es galardonado con un prestigioso premio, manifiesta que guardará un rato en el banco el dinero de su premio, y pensará despacio qué hacer con él….La realidad es que son economistas como Sims y Thomas Sargent, y Pissarides, Diamond y Mortensen, los ganadores del Nobel de Economía en 2010, y el nefasto Lawrence Summers, el complaciente Alan Greenspan, el indescifrable Henry Paulson, toda una generación de expertos en economía la que ha llevado al mundo a la compleja situación en que se encuentra.Como diría Rafael Escalona, otro famoso compositor colombiano: construyeron una “casa en el aire” a base de artilugios matemáticos, sofisticaciones alucinantes y fantasías sin piso. La “casa en el aire”, la economía irreal basada en especulaciones, es hoy del mismo tamaño de la economía real fundada en la producción de bienes tangibles. Y mientras el mundo occidental, guiado por esos pilotos extraviados, se solazaba con la posesión de activos imaginarios, los chinos se dedicaron a la manufactura, a la simple y despreciada fabricación de cosas.El mundo necesita hoy, más que nunca, de verdaderos humanistas de la economía, como pueden serlo Paul Krugman, Joseph Stiglitz, el español Sala i Martín, o nuestro respetado compatriota José Antonio Ocampo. Se requiere de la opinión de personas sensatas, entre otras cosas para detener el terrible canibalismo intelectual que parece haberse desatado entre los propios economistas, cuyos comentarios sobre el estado de su ciencia llegan a ser mucho más que cáusticos.La gran lección económica del momento la ha dado Angela Merkel. La señora Merkel, forjada en las severas labores de la investigación en física y química, incrustó la disciplina alemana en su ADN hasta el extremo. Cuando las naciones manirrotas comenzaron a estallar una tras otra, Merkel se aferró a los valores y principios de la prudencia económica, expresada en frases como la de que “uno no gasta más de lo que le ingresa”. El pasado 9 de diciembre Angela Merkel impuso por fin su criterio a la Europa comunitaria: no más tolerancia a los estados permanentemente deficitarios.Merkel ha demostrado a los economistas que, cuando se entra en la confusión, las soluciones pueden venir de personas de afuera.