La intifada global, que había tenido capítulos en Washington cuando dos funcionarios de la embajada de Israel fueron asesinados en un museo judío, en una sinagoga de Manchester durante la festividad sagrada de Yom Kipur -día del perdón- con un saldo de tres personas muertas y en Boulder, Colorado, en una marcha de sobrevivientes del Holocausto atacada con bombas Molotov, tuvo su capítulo más álgido, no será el último, en Sídney, Australia el pasado domingo durante la celebración de la festividad judía de Janucá. Dos hombres, padre e hijo adoctrinados en el islam radical, entrenados en campos yihadistas en Mindanao, Filipinas, abrieron fuego en una playa contra un grupo de judíos que se disponían a encender la primera vela de la festividad, matando a 15 y dejando decenas de heridos.
Recordemos que la llamada ‘segunda intifada palestina’ que tanto glorifican esos sectores proponentes de la Intifada global no fue otra cosa que decenas de atentados suicidas cometidos por adolescentes y adultos palestinos indoctrinados en el odio que dejaron un saldo trágico de más de mil civiles israelíes muertos. Eso es lo que quieren emular los que llaman a la Intifada Global. Eso fue lo que hicieron los dos asesinos en Australia, donde ya habían ocurrido ataques incendiarios a sinagogas, hostigamiento y amenazas a líderes de la comunidad y vandalismo contra negocios de judíos.
La consignas ‘Intifada global, ‘desde el río hasta el mar’, ‘Palestina libre’ y otras, poco tienen que ver con los palestinos y son más un llamado a destruir al Estado de Israel, aniquilar a su población y atacar comunidades judías en la diáspora. Las marchas ‘propalestinas’ frente a sinagogas, escuelas y negocios judíos y sedes comunitarias reflejan el antisemitismo desaforado producto de una violenta campaña de odio contra el pueblo judío. El linchamiento de un equipo de Israel en la vuelta a España fue el reflejo de un odio milenario en Iberia.
Las comunidades judías del mundo apoyan al Estado de Israel, su derecho a la defensa y a vivir en paz con sus vecinos, incluido el pueblo palestino. Han apoyado por años la solución de dos Estados al conflicto palestino-israelí la cual lamentablemente está hoy más lejos que nunca por la masacre del 7 de octubre de 2023, desatada desde el territorio de Gaza que Israel evacuó en su totalidad en 2005 y que sería parte de ese Estado palestino.
Gran daño le hacen a la causa palestina los progres, la izquierda y muchos de los mal llamados propalestinos en Occidente apoyando a Hamás, dispensándole carta blanca a la violencia contra Israel, promoviendo la intifada global, nunca haciendo un llamado a la convivencia, ni siquiera a la solución de dos Estados. Tampoco exigieron la liberación de los secuestrados ya en buena hora liberados, gracias al plan de paz de Trump. Clamaban por el cese al fuego, pero cuando este se logró, pedían más violencia contra Israel y en el segundo aniversario del 7 de octubre salieron a celebrar la masacre de Hamás, que se siente empoderada por esas muestras de apoyo.
Lamentable capítulo merece el gobierno colombiano, única democracia del continente que no condenó la masacre en Sídney de feligreses judíos celebrando una festividad religiosa. Cuatro días después, la Cancillería publicó un tardío y descolorido comunicado en el que no mencionaba que las víctimas eran judíos. Ninguna sorpresa, de un gobierno que nunca condenó la masacre en Israel del 7 de octubre de 2023 ni el vil asesinato de los bebés Bibas por parte de sus captores yihadistas. Indolencia frente a víctimas judías por parte de nuestro gobierno.