Seguro conoces esta oración a María: Dios te salve, Reina y Madre de misericordia. Vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos.
Y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Es bien antigua y puede ser del siglo XI. Tiene sus frases bonitas y otras que reflejan una fe bien negativa.
Lo digo con respeto para mostrar como las creencias humanas nos llevan a vernos como no somos.
Lo hice antes pero hoy soy incapaz de verme como un “desterrado hijo de Eva gimiendo y llorando en este valle de lagrimas”.
¡Que horror!. Un lenguaje para victimizarse que remata con la visión de esta vida como un destierro.
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