El término miedo viene del latín metus. En griego miedo es phobos, de donde proviene precisamente la palabra fobia.

Temor viene del latín timor. La palabra pánico en griego es panikós, y terror y pavor son iguales que en latín.

Cada una de estas palabras aporta un matiz singular a esa emoción que se siente ante algo que asusta o atemoriza.

Los sabios aconsejan acoger con amor el miedo porque no es malo y viene a enseñarnos a confiar y buscar seguridad.

Mejor aún si en relax identificas en qué parte del cuerpo ubicas la sensación, oras y barres ese malestar con tus manos, unido a Dios.

Con fe crees que es la mano de Jeshua y empujas esa emoción hacia el suelo creyendo que se va. Y así será.

Ninguna emoción es mala y todas son necesarias y siempre nos enseñan algo si las recibimos con amor y fe.

Sé consciente de que si controlas tu mente ella no viaja al futuro con el miedo. El amor y la fe diluyen los temores.

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