Cierto pesimismo es bueno porque nos ayuda a ser realistas y poner el foco en los problemas reales.

Hay un indicador que muestra los cambios que vive la humanidad y que son constantes y más rápidos cada día.

En el mundo 59 por ciento reconoce seguir una religión, una cifra mucho menor que hace un siglo.

Y en la medida en que el mundo cuente con mayor bienestar, habrá menos seres religiosos y más seres espirituales.

En su columna del diario The New York Times el escritor Nicholas Kristof escribió que 2017 había sido el mejor año de la historia de la humanidad.

¿La razón? Hubo menos gente hambrienta, empobrecida y sin educación que nunca antes.

Menos niños murieron y la proporción de enfermos de lepra, ceguera y otras enfermedades fue menor.

Además, 325.000 nuevas personas tuvieron acceso a electricidad y otros 300.000 tuvieron agua potable. 2018 fue todavía mejor. Todo tiende a mejorar, y no a empeorar como reza la Ley de Murphy.

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