Un ser bueno se puede enfermar, no por un karma, sino para aprender y/o enseñar algo con amor.
Sin embargo, sin generalizar, suele suceder que tú te enfermas de los ojos cuando no quieres ver algo o a alguien.
Del mismo modo sufres de los oídos cuando hay personas o verdades que para nada deseas escuchar.
Sufres de estreñimiento si hay odios, culpas, penas, personas, cargos o posesiones que no estás dispuesto a soltar.
Te fracturas cuando eres muy rígido, o estás mal de la digestión porque no te tragas a una persona o tu propia realidad.
No es casual que algunos se accidenten, se quemen más que nadie o sufran dolores de cabeza persistentes.
Detrás de todas las dolencias hay grietas internas, desajustes emocionales, culpas, rabias u odios atorados como se ve en el libro Obedece a tu cuerpo.
También hay rencores virulentos, envidias, codicia, desenfreno, celos, tensión y otras plagas. La que se enferma primero es tu alma. Cuídala.