Uno de tus mejores logros es acabar con todos los comportamientos motivados por el temor.
Lo logras cuando eliges que tu eje sea el amor que es la fuerza contraria y que aleja los duendes del miedo.
En su Primera Carta San Juan deja esto muy en claro cuando afirma: “Donde hay amor no hay temor”.
El amor es fuente de confianza y con su magia el temor se desvanece y ves que casi todas sus amenazas eran imaginarias.
En cuanto a las restantes te das cuenta de que las puedes manejar cuando tu amor y tu fe son fuertes.
Mejora el amor a ti mismo, a Dios y a los demás; afianza tu confianza con constantes actos de fe.
Te fortalece repetir: creo, mi fe es fuerte, en ti confío, Señor; Dios, eres mi refugio; cada día confío más y nada me asusta.
Di esto sin cesar y visualízate como un ser firme y seguro. Di: “Señor, eres mi Buen Pastor y nada temo porque tú estás conmigo”.