Un buen ejercicio es juntar en un video las escenas más ricas en carga emocional negativa de los jugadores del Mundial.
Ante tanta presión se descontrolan y de allí surgen peleas, golpes, faltas infantiles, desaliento, y lógico, expulsiones o derrotas.
Es bien fácil comprobar cuáles jugadores han trabajado el autocontrol y cuáles son marionetas de sus emociones.
Ningún deporte se juega sólo con las manos o las piernas, ante todo se juega con la mente y las emociones y el alma.
Cuando un deportista está mal de ánimo, su cuerpo no responde bien y comete graves fallas o simplemente no rinde.
Es una valiosa lección para educadores, padres, hijos, y también para todos porque desnuda la poca o mucha inteligencia emocional.
Muchos partidos se pierden porque los jugadores son incapaces de tener un control mental y emocional.
Y algo más: todo fluye mejor cuando un deportista también se apoya en el inmenso poder de lo espiritual.