Navidad es una celebración de muchos días que une, regocija e influye en un buen obrar, si se sabe acoger.

Para disfrutarla no importan tu religión, tu raza o tu etnia, a no ser que tú aceptes que unas creencias humanas te bloqueen.

En ciertos credos se juzga como malo todo lo que se ve diferente como un pesebre. Jesús no actuó así.

Nunca le dijo a una persona “cambia de credo” y trató con amor libre a seres de otras creencias: samaritanos, cananeos y otros.

Increíble pues que sus 'seguidores' condenen y rechacen algo que para nada hace daño y se hace con amor como la Novena o las luces.

¡Ay! Tantas creencias, todas humanas, que levantan muros cuando el reto es construir puentes y caminos.

Únete a la celebración navideña con un énfasis en la unión familiar, en la espiritualidad y en la solidaridad.

Logra que estas fiestas estrechen los lazos del afecto y te conecten con Jeshua, su vida y sus sabias enseñanzas. Las creencias son humanas y solo cuenta el amor.

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