Los que tratas están allí para amarlos, no para juzgarlos, esperan afecto, compañía, apoyo o un consejo.

Imagina que alguien llega con rostro de pesadumbre o incertidumbre y sientes que necesita ser escuchado.

Piensa: puede ser un momento muy vulnerable, se está abriendo y está dejando al desnudo sus errores, o sus traumas y sus miedos.

Si digo que escucho, pero juzgo, critico o me enfado, esa persona no volverá a querer hacerlo más.

Se trata de un momento sensible que requiere de toda tu delicadeza, de actuar con un amor comprensivo.

Si como padre o madre crees que una charla con tus hijos requiere algún consejo, hazlo con amor y sin juzgar.

Si algo te preocupa, aplázalo para otro momento. Si no te comunicas bien será difícil que alguien vuelva a confiar en ti.

Saber relacionarse pide saber comunicarse bien: saber escuchar, saber comprender, saber ceder, saber respetar.

Sigue en Instagram @Gonzalogallog