Estos son días que en la fe se llaman “santos”, pero eso solo es cierto si reflexionas, tienes a Dios presente y actúas con amor.

Sí, amado Creador, eres luz, paz y amor infinito. Lo único que deseas de mí es solo que viva en amor a mí mismo y a los demás.

Nada más. Todo lo demás que piden las religiones es humano. ¡Ay! Tantas creencias humanas atribuidas a ti.

Un sinnúmero de doctrinas, dogmas, ritos, rezos y prohibiciones de los humanos presentadas como divinas.

El océano es como un espejito tuyo, amado Dios: todos los ríos van a él, pero el inmenso océano no se desborda.

Todos mis días son santos si mi amor es sincero, mi fe es recia y mis acciones son honestas y exentas de ruindad.

Dios mío, me amas sin medida, mi desafío es conocerme bien para darle más vigor a mis fortalezas y controlar mis debilidades o fallas.

Te amo y avanzo con pasión, pero sin prisas porque vivir es un proceso que pide dedicación, confianza y paciencia.