El sendero espiritual es no caer prisioneros de odios, iras, culpas, temores y otras emociones destructivas.

Es conocerte, controlarte y dejarte guiar por la alegría, el amor y la dicha, liberado de la impulsividad y del ego soberbio.

No se trata de reprimir emociones como codicia o la ira, sino de no reaccionar impulsivamente ante su empuje.

Cuando tú decides vibrar en amor puedes empezar a actuar de forma verdaderamente libre.

En los últimos años cada vez más gente practica meditación, yoga o mindfulness, aunque los credos lo condenen como Nueva Era.

Pero no basta meditar si al mismo tiempo un falso ‘despertar’ implica una conducta no consciente ni coherente.

No por ser un gran meditador se está más próximo al ‘despertar’. El reto es actuar con amor y con ética.

Hay que seguir un camino integral que implica una manera amorosa y pura de estar en el mundo, de relacionarse y de trabajar.

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