Los primeros habitantes de Jericó se convirtieron en agricultores, y produjeron alimentos para dejar atrás su vida nómada.
Dejaron de ser cazadores-recolectores. Sembraron plantas de manera selectiva y junto a su producción agrícola seguían con la caza.
Los granos que sembraron, cosecharon y almacenaron, aumentaban su seguridad alimentaria hace unos 9.000 años.
Algún día no hubo necesidad de buscar plantas silvestres, empezando así un nuevo capítulo en la historia de la humanidad.
A través de los siglos, los residentes de Jericó se volvieron cada vez más expertos en la agricultura.
Salieron a cultivar muchas otras plantas y desarrollaron un sistema de irrigación, y sus cosechas cada vez se volvieron más abundantes.
Pronto tuvieron alimentos para guardar para las épocas duras y para comerciar. Pero con tal productividad vino el peligro.
La amenaza de tribus nómadas cercanas que asaltarían la ciudad y robarían los graneros. Por eso levantaron una muralla.
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