Esta es la historia de Luciana, una joven que fue educada en su religión para pensar en los demás y no en sí misma.
No se amaba y vivía en función de los otros, muy convencida de que estaba en el sendero del auténtico amor.
Se casó, tuvo dos hijos y su relación era un desastre porque eligió mal ya que atrajo a un vividor y adicto.
De hecho, se enamoró de él con este pensamiento en su mente: “Pobrecito, yo lo voy a cambiar”.
A los 32 años le detectaron un tumor en la parte externa de su corazón y eso la llevó a examinar su actuar.
Un día entró a un templo y el predicador dijo varias veces: “Si no te amas, tampoco puedes amar a los demás”.
Tomó consciencia, buscó guía, se separó y se dedicó a ser muy espiritual y a amarse y valorarse.
El tumor desapareció y creó un grupo de mujeres para enseñarles a quererse, aceptarse y ser felices.
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