Una nueva esperanza comienza para Buenaventura, una de las regiones más golpeadas por la violencia y que tiene una enorme influencia en muchos de los actos criminales que ocurren en esta ciudad.

Hoy este distrito, que debería ser una de las poblaciones más ricas y menos desiguales del departamento, se ha convertido en el primer laboratorio de la denominada paz total del presidente Gustavo Petro.

Contra todos los pronósticos, las incertidumbres, y las críticas hay que decir que la tregua anunciada por las dos bandas criminales que operan en este territorio (Los Shotas y Los Espartanos) ha permitido tres meses de tranquilidad en las que se han salvado múltiples vidas. Los reportes oficiales indican que los homicidios, hurtos y extorsiones han bajado a cifras mínimas.

Ha sido tan inverosímil esta inusual tranquilidad en Buenaventura que en los barrios afectados por la violencia los vecinos salieron con ollas comunitarias para celebrar 90 días de tregua, que les ha permitido volver a las calles o madrugar a tomar el bus sin temor a quedar en medio de un enfrentamiento. Barrios como Las Palmas, San Francisco e Isla de la Paz, se convirtieron en escenario de muestras culturales, registros de vida, gotas de esperanzas al imaginar que sí se puede.

El Presidente estuvo en Buenaventura para protocolizar ese laboratorio de paz porque sabe que se trata de una oportunidad real de mostrar un resultado al incrédulo país. Hoy los reportes indican que se vive otra realidad. Lo que para muchos en otros municipios resulta natural, en Buenaventura era impensable: mantener una tienda de barrio abierta hasta después de las ocho p.m., salir a disfrutar del parque, tomar un bus, sentarse a recibir la brisa en las afueras de la casa.

La ciudad más importante sobre el Pacífico ha sido robada, asediada, asaltada, engañada por políticos, narcos, bandas criminales, ladrones de cuello blanco. El bandidaje se tomó hace años el Distrito y las autoridades han sido incapaces de recuperar la tranquilidad, la confianza y la justicia.

Las cifras de Buenaventura son dramáticas comparadas con el resto del Valle . Según los registros, el 82% de la población se encuentra en la pobreza extrema, mientras que un 41% se ubica en la miseria. La falta de acceso a agua mejorada es del 26,3%, mientras en el resto de la región es del 4,3%. El desempleo de larga duración es del 43,5%, en la región es del 12,1% y el analfabetismo es del 14,1%, mientras en el departamento es del 6,1%.

Esto para concluir que la apuesta de la ‘paz total’ del gobierno es bienvenida. Lo que salve vidas hay que aplaudirlo, pero si no viene acompañado de un proceso de recuperación comunitaria, buenas prácticas de gobierno, trabajo mancomunado con el sector privado, apertura de plazas laborales, mejoramiento del nivel educativo, todo será en vano.

Buenaventura es la gran esperanza y todos deberíamos apoyar este esfuerzo que tendrá una honda repercusión en todo el país.