La actividad económica mundial experimenta una desaceleración generalizada. Muchos países viven la inflación más alta en varias décadas, particularmente en la energía y los alimentos. El endurecimiento de las condiciones financieras en varias regiones, la persistente pandemia de covid-19, la invasión rusa a Ucrania, pesan mucho en las perspectivas.
En 2023, el crecimiento económico global estará entre el 1,7% estimado por el Banco Mundial (BM) y el 2,9% pronosticado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). El crecimiento de América Latina estará entre 1,3% (BM) y 1,8% (FMI), antes de volver a crecer por encima del 2% en 2024. Colombia se desacelerará al?1,3% según el BM. Al tiempo que empresas como Amazon, Meta, Disney, Microsoft y otras de sectores tecnológicos y financieros anuncian reducciones de miles de empleos, los gobiernos de distintos países adoptan políticas para frenar la inflación, atraer inversiones y mitigar los efectos sociales del frenazo económico.
Este panorama se vuelve más relevante porque es el contexto en el que se van a discutir leyes trascendentales como el Plan Nacional de Desarrollo (PND). Es determinante que en nuestra hoja de ruta para los próximos 4 años se refuercen políticas que promuevan el empleo formal y el crecimiento del sector real de la economía productiva.
Cobran así importancia propuestas contenidas en el proyecto del Plan para impulsar la producción agropecuaria eficiente y con modernización tecnológica. Se trata de un sector que, además de contribuir a la seguridad alimentaria y el desarrollo rural del país, tiene innegables oportunidades en el contexto de altos precios de los alimentos en el mundo. También son relevantes las propuestas del PND para la reindustrialización y para el impulso a los sectores intensivos en ciencia, tecnología e innovación, y las definiciones para promover el turismo –otro sector con potencial, a pesar de las dificultades que afronta por la inseguridad en muchas regiones–. Así como el ambicioso programa de vías terciarias que tendrá impacto en el empleo y en el acceso de la producción agrícola a mejores mercados. Son vitales las inversiones para reducir las brechas de desarrollo entre regiones; así como los programas sociales para disminuir pobreza y avanzar en equidad, comenzando por los que fomenten la calidad en la educación.
A la vez, y en el difícil contexto global, el Congreso debe evitar que en el PND y en otras leyes que se estudian, las políticas impregnadas de ideologías radicales puedan perjudicar avances sociales, desincentivar la inversión o restar competitividad a la producción del país. Por ejemplo, aunque nadie discute la importancia de la transición energética gradual, el Legislativo puede exigir que el país no deje de aprovechar el potencial energético de los hidrocarburos y los aportes fiscales de este sector, sobre todo en el momento crítico mundial en este campo. Así mismo, no pueden aceptarse retrocesos en el sistema de salud, decisivo para el desarrollo: es primordial elevar la calidad en la atención tanto en el régimen subsidiado y contributivo, pero no podemos correr el riesgo de revivir modelos estatales de administración que en el pasado fracasaron y nunca lograron los niveles de aseguramiento casi universal y de cobertura de servicios en salud que hoy tiene el país.
También debe haber total transparencia en la discusión del plan de inversiones para el cuatrienio. El Gobierno, el Congreso y la ciudadanía debemos estar vigilantes para que las decisiones sobre el gasto público que este plan involucra sean racionales y bien enfocadas. Esto es indispensable para evitar la burocratización innecesaria o las presiones clientelistas que no tardan en aparecer y terminan generando usos o destinaciones inadecuadas de los recursos de todos –riesgo mayor en un año electoral–.
Definitivamente 2023 nos trae retos. En el mundo se esperan trimestres difíciles y nuestro país puede tomar medidas que produzcan efectos contracíclicos que permitan resistir los momentos duros que se vienen y retomar la senda de crecimiento y creación de bienestar. Ojalá no perdamos esta oportunidad.