Roberto Saviano, el gran cronista de nuestra época, escribió: “Mira a la cocaína y verás polvo. Mira a través de la cocaína y verás el mundo”. Y eso es exactamente lo que ha hecho. Primero con Gomorra, extraordinario ejemplo de periodismo literario que puso al desnudo las entrañas de ‘La Camorra’, la asociación mafiosa que manda en Nápoles e hizo una primera demostración de cuan indispensable es la cocaína para el funcionamiento del capitalismo en una economía globalizada.

Es el lubricante de su formidable maquinaria. Provee el estimulante que les permite a los bróker neoyorquinos o londinenses mantener el ritmo frenético de trabajo que les exige la circulación 24 horas sobre 24 del capital financiero internacional, y las ganancias extraordinarias que genera su tráfico le permiten a la gran banca obtener en caliente la liquidez que respalda sus fabulosas operaciones especulativas. Eso sin contar que las redes mafiosas dedicadas al narcotráfico prestan muchos otros servicios que le están vedados a los aparatos del Estado, desde la evasión de impuestos, el soborno o la extorsión de funcionarios públicos y líderes políticos, la liquidación de enemigos políticos o la esclavitud de la mano de obra ilegal o en extremo precaria.

Pero si Gomorra, tanto la novela como la serie de televisión que se hizo con ella, nos permitió echar una ojeada sobre esta realidad en el marco de Italia, ‘CeroCeroCero’, el libro que vino después, nos permite ampliar esa mirada enlazando a seis países y tres continentes. Confieso que no he leído el libro pero sí que he visto la serie televisiva que Amazon estrenó en marzo y que he devorado en los últimos días.

No puedo menos que decir que me ha impresionado y eso que he visto prácticamente todas las películas y las series televisivas dedicadas a Pablo Escobar y a los carteles colombianos y mexicanos. E inclusive a unos cuantos europeos. Pero ninguna se puede comparar a mi juicio con el complejo retrato que esta serie ofrece de este universo paralelo, dominado por la codicia y la violencia, con capacidad casi infinita de corromper, que pesa como una espada de Damocles sobre nuestras pobres vidas de ciudadanos inermes, adulterando todos los datos de la realidad que nos concierne. Añado que en Italia el referente ya no es ‘La Camorra’ napolitana sino ‘La ‘Ndrangheta’ calabresa, que en 2018 movió 40.000 millones de dólares y que uno de sus cien clanes son los Mancuso.