Interesado en conocer los anuncios iniciales de las reformas a proponer, acudí a la asamblea anual de la Andi que se llevó a cabo tres días después de la posesión del nuevo gobierno, la cual despertó expectativas.

Se presentaron conferencistas destacados como el profesor Klaus Schmidt-Hebbel, PhD en economía, o Robin Roark de McKinsey, el doctor José Antonio Ocampo, ministro de Hacienda y Bruce Mac Master, presidente de la Andi, con una presentación excelente, que originó varios minutos de aplausos. Clausuró el evento el recién posesionado presidente, el doctor Gustavo Petro, el viernes en la tarde. Lamentablemente, no lo escuché de manera presencial, pues ese mismo día en la mañana, tuve que viajar. Me informé de su alocución por YouTube.

Voy a referirme a su presentación y a la del doctor Ocampo que captaron la mayor atención.

El Presidente se refirió a Corea del Sur como un ejemplo de acelerado desarrollo. En la década del 70, Corea de Sur se parecía a Colombia en su nivel socioeconómico y una población semejante. Su PIB, su ingreso per cápita y el valor de sus exportaciones eran parecidos.

A raíz de la guerra, Corea del sur formó parte de la órbita de los Estados Unidos. y el norte se adhirió al comunismo de Mao. Hoy, Corea de Sur es la décima economía del mundo y el Norte es la 125. El sur adoptó el libre mercado y la democracia; el norte se convirtió en un país comunista.
Por fortuna, China tuvo un jefe de estado como Deng Xiao Ping que dijo: “Qué importa que el gato sea negro o blanco, mientras que cace ratones” y adoptó un sistema híbrido que acepta el capitalismo, eso sí, bajo la dictadura de un solo partido.

El presidente Petro hizo alusión a que Corea estableció una reforma agraria en sus inicios, pero omitió que el documento de la Cepal, ‘Economía Coreana Seis Décadas’, también afirma: “la tenencia de tierras agrícolas entorpecieron el crecimiento de la agricultura a gran escala y contribuyeron al escaso aumento de la productividad del sector agrícola en años posteriores”.

De todas maneras, el caso de Corea es excepcional y está lleno de enseñanzas. En los últimos 20 años duplicó su ingreso per cápita. Priorizó la educación primaria en particular, incrementó vigorosamente las exportaciones, impulsó la infraestructura y estableció una economía de mercado basada en la propiedad privada.

Sería muy extenso comentar todo el proyecto de la reforma tributaria, así que me limitaré a dos aspectos que considero muy inconvenientes, sin privarme de manifestar que soy amigo de aumentar la tributación a la renta personal de manera más progresiva, para acortar las brechas económicas. Creo que una tributación del 35 % para las empresas es excesiva, si la comparamos con los demás países. La atractividad de Colombia para invertir es fundamental; sin crecimiento o estancamiento no se podrán acortar las distancias, a no ser repartiendo la pobreza. El impuesto al patrimonio desestimula el ahorro y entorpece la inversión en proyectos cuyo rendimiento solo se percibe en el largo plazo. Muchos países de Europa lo establecieron y lo abolieron por contraproducente.
Al salir del recinto, un periodista me preguntó cuál era mi opinión, y manifesté incertidumbre. Hoy, escuchando los nuevos anuncios diría, desconcierto.