Para quienes hemos dedicado buena parte de nuestra vida laboral a la comunicación, la publicidad, el diseño gráfico y la edición de libros, la noticia del cierre de Propal nos produjo una profunda tristeza.

Entendiendo las circunstancias económicas que rodearon esta dura decisión por parte sus dueños -Carvajal S.A.-, que no tuvieron de otra que cancelar buena parte de su operación, dejando sólo la planta del norte del Cauca, ha quedado un vacío difícil y hasta imposible de llenar.

Y así digan que las empresas no tienen corazón, en este caso Propal no era solo una fábrica de papel a partir del bagazo de la caña y otros componentes. Propal, como decía su eslogan, era considerada ‘El papel de los colombianos’ y cualquier persona que tuviera relación con el maravilloso mundo de la impresión, tenía que ver con ella.

Y hasta era motivo de orgullo vallecaucano y nacional el hecho de que aquí se produjeran los Propalcotes, los Propalartes, los Propalmates y otros más que le daban belleza, calidad y distinción a las piezas gráficas que se lograban y que en muchos casos fueron verdaderas obras de arte, aclamadas internacionalmente.

Además, Propal fue un aliado tanto de los pintores más afamados como de los diseñadores de etiquetas, folletos, volantes, libros, etc. y a ella recurrían los encopetados de las más grandes empresas y los impresores de San Nicolás que sacaban pecho porque utilizaban esta materia prima para sus trabajos.

Fueron famosos sus gigantescos almanaques que año tras año invitaban a un artista diferente que acrecentaba su fama, con lo que se convertía después en unas láminas que se mandaban a enmarcar y que quedaban como cuadro original de alto valor comercial.

De una generosidad infinita, las donaciones que solían hacer a los artistas y escritores, les permitieron alcanzar la notoriedad y la fama, conquistando aún más el corazón de ese mundo de las artes y las letras.

No obstante, ese bien ganado posicionamiento, a mi parecer, no lo tuvo en cuenta este gobierno que le abrió las puertas a unos papeles de ‘piripipao’ y se hizo el pendejo tolerando y permitiendo el contrabando, cosa que no habría sucedido con otro presidente.

Cerró sus puertas Propal y nos quedamos sin el papel de los colombianos que tanto sirvió para nuestra cultura y para nuestro mundo editorial. Para quienes hemos sido editores de libros, este es un duro golpe a nuestra identidad. No quiero saber en qué papel se imprimirán las próximas publicaciones. “Malaya sea”.

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Posdata 1: Me gustó el nuevo El País que no puede considerarse un ‘paisito’. El tamaño, la diagramación, los títulos y en general el diseño gráfico son modernos y corresponden a estas épocas en que no hay mucho tiempo para leer noticias, muchas de las cuales ya están enterados los lectores, quienes se informan por las distintas redes sociales. Indudablemente, hay un nuevo tipo de consumidores que a ese mercado hay que dirigirse en este competitivo mundo de la información.

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Posdata 2: Estamos en un gobierno que no gobierna y que se gasta tiempo y billones en tratar de comprar un cambio que le salió por la culata. Petro vive vociferando y viajando y el rancho ardiendo.

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Posdata 3: Nos unimos o nos hundimos.

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Posdata 4: Yo hablo bien de Cali. ¡Hazlo tú también!