Luego de año y medio de gestión, y de llegar justo después del Paro Nacional, el Brigadier William Fernando Prieto entregó el mando de la Tercera Brigada del Ejército al coronel Julio Arturo Pinzón.

En diálogo con El País, el uniformado saliente hizo un balance de su gestión, analizó los lugares más críticos del departamento y fue contundente al explicar por qué la situación de orden público en Jamundí se salió de control.

¿Qué siente hoy, fecha en la que entrega el mando de la Tercera Brigada del Ejército Nacional que opera en el Valle del Cauca?

Lo que siento como comandante saliente de la Tercera Brigada es la satisfacción del deber cumplido y de haber hecho las cosas en la medida de lo que la Constitución nos permite para poder avanzar.

La tarea que nos corresponde hacer no es nada diferente a mantener la tranquilidad del pueblo vallecaucano, que es un departamento muy complejo y difícil porque, a pesar de que tiene tantas riquezas, también tiene unas complejidades que históricamente los ciudadanos tienen marcadas en su ADN.

La Tercera Brigada del Ejército Nacional tiene injerencia solo en el territorio del Valle del Cauca. En Buenaventura patrullan junto la Armada.

Cuando yo recibí la brigada, en el año 2021, acababa de ocurrir la protesta social y en Cali todavía está ese temor de que se repitan esos hechos.

Me siento tranquilo porque dejo un departamento que, si bien es cierto, puede que no esté consolidado en seguridad porque hay algunos municipios y veredas complejas, se ha avanzado mucho.

¿Cuál fue el momento más complejo durante su administración?

No fue un solo momento, fueron varios porque es un departamento que requiere mucho trabajo. Siempre me preocupó la amenaza persistente que hay en la región con los Grupos Armados Organizados Residuales.

Yo diría que los momentos más complejos estuvieron enfocados en proteger la vida de nuestros soldados y también la de las comunidades. Municipios como Dagua estuvieron en crisis en varios momentos pero que, gracias a Dios y a los mandatarios locales, me ayudaron a sacar adelante las situaciones. Nunca estuve solo y la Gobernación también me rodeó.

Hablemos de varios municipios críticos en el Valle. Iniciemos por Dagua...

Es un reto por todo lo que pasa en Anchicayá y la vía antigua al mar. Yo recibí el mando cuando días antes habían asesinado a algunos soldados en esta zona. Llegar a la ciudad y tener que analizar cómo sería la estrategia fue algo importante y se logró golpear a esa estructura que estaba allí asentada.

Después, cuando nos secuestraron a nuestro soldado, logramos que se liberara y, posteriormente, la se capturó a quienes lo hicieron.

¿Qué balance hace de Tuluá, un lugar donde reina la extorsión y los homicidios por cuenta de la banda La Oficina?

A Tuluá yo lo divido en dos. Una parte es lo que se vive en el casco urbano y otra cosa es lo que pasa en la zona alta. Son dos tipos de amenazas distintas que en algún momento pueden unirse para delinquir y esos son temas que la Policía y el Gaula conoce, están trabajando pero muchas veces no es fácil llegar al corazón del problema.

El problema sigue porque siempre hay alguien con la intención de delinquir, se captura a un delincuente, pero aparece otro.

¿Quizás el municipio más complejo de abordar fue Jamundí?

Desde que llegué vi a este municipio con otra visión por el tema de las personas que insisten en el cultivo de hoja de coca. Allí hay una mezcla de problemas sociales, de la presencia de Grupos Armados Organizados Residuales y otros que han hecho que Jamundí sea diferente a los demás. Allá tuvimos asonadas y aprendimos de ellas.

Jamundí ha vivido diferentes problemáticas de orden público: asesinatos, secuestros, extorsiones, atentados y siembra de coca. | Foto: El País

Por qué se dejó que Jamundí se convirtiera en el municipio con más hectáreas de coca sembradas del departamento. ¿En qué fallamos?

Considero que el programa de sustitución del cultivos ilícitos no llegó allí y es un error garrafal de estrategia, no de este Gobierno, si no de los anteriores. Jamundí no se analizó como debió hacerse y quizás lo vieron como un municipio cercano a Cali que no tenía problema, pero resulta que no es tan cercano a Cali, sino más al Cauca y para los criminales no existen los límites entre departamentos, para ellos todo es lo mismo.

Tal vez las instituciones no llegaron a Jamundí cuando tenían que hacerlo, la parte militar hace lo que le corresponde, pero allá no podemos llegar solo nosotros.

Nos faltó visión y no se puede ver a Jamundí como un municipio igual que los demás, pues hay que tener en cuenta esa cercanía y la forma como los grupos ilegales se posicionaron.

Hace tres meses debió salir a aclarar que las tropas de la Tercera Brigada no abandonaron la parte alta de Jamundí debido a una asonada, sino que solo se movieron de lugar. ¿Qué fue lo que pasó?

Fue un momento más de la parte operacional porque ya lo habíamos vivido en el 2022. Lo que pasó allí fue un error de semántica ya que se utilizó la palabra quitar y para mí esa palabra es muy similar a mover. De hecho, en el área operacional es lo mismo, pero cuando miramos la semántica el significado de quitar es diferente a mover.

Yo leí un comunicado ese día y dije que las tropas se iban a quitar del sector, pero lo que en realidad pasó fue que los soldados se movieron a un punto donde las poblaciones, instrumentalizadas o no por grupos ilegales, no los molestaron.

Respecto a Buenaventura siento que están quedando corredores desprotegidos por la distribución de territorios para patrullar que hay entre el Ejército, la Armada y la Policía...

Primero que todo no quiero que lo vea de esa forma porque los limites operacionales están muy bien definidos y marcados. Sin embargo, eso no nos limita a entrar y hacer operaciones.

Allá en el Pacífico hay unos ríos que el Ejército no tiene la capacidad para patrullar ya que no tiene botes, pero la Armada Nacional sí lo puede hacer porque tienen las herramientas, el entrenamiento y la experiencia. Es por esos ríos que transportan el microtráfico, narcotráfico, armas y muchas cosas más.

Aquí pasa algo similar a lo que ocurre con Jamundí porque por ejemplo, en Buenaventura hay problemas sociales y de inversión, pero el Ejército no tiene nada que ver con eso y tampoco la Armada, allí es cuando entra todo el contexto de Estado.

Patrullajes de Control Gaula y Ejército en las comunas de Buenaventura más afectadas por la violencia. | Foto: El País

¿Cómo analiza la situación de inseguridad por la que está atravesando el Valle en estos momentos?

Yo no veo la situación tan pesimista como la ven otras personas. El problema de violencia por el que estamos atravesando es que si usted me lo preguntara el otro año, en un ambiente no político o de contienda, seguramente sería distinto, pero hoy cuando hay intereses de personas o grupos por llegar a alcaldías a ocupar ciertos puestos, pues habrá gente interesada en mostrar un departamento mal, habrá otros interesados en mostrarlo bien y así es muy difícil.